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Los rasgos primarios de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918 le imprimieron al resto de las universidades latinoamericanas y del Caribe una fisionomía peculiar que durante más de un siglo ha venido singularizándolas como un modelo especial de educación superior. Especialistas en la materia como el nicaragüense Carlos Tünnermann los considera “como todo un proceso de propagación del fuego de ideas reformistas en un ambiente sensibilizado y propicio y propicio que fue extendiéndose consecutivamente a las universidades de Perú, de Chile, Uruguay, Colombia, Paraguay, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana”.
La influencia de la Reforma Universitaria de Córdoba fue, y ha sido tal, que a más de un siglo de haberse iniciado, el primer grupo de su programa todavía conserva su plena vigencia y con algunas que otras variantes siguen siendo considerado como una conquista lograda. A continuación señalamos sus componentes más relevantes: Autonomía y Fuero Universitario; la Libertad de Cátedra; Extensión y Difusión Cultura; y Misión Cultural, esta última que hace que las funciones de la Universidad trascienda el proceso de enseñanza, aprendizaje de carreras o especialidades, involucrándose en el estudio e investigación y solución de los problemas que afectan la sociedad.
Como lo expresamos en el párrafo anterior, los vientos de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918 habían llegado hasta aquí antes del inicio de la llamada “era de Trujillo” con la formación de la Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios (ANEU) y otros grupos estudiantiles y de asociaciones universitarias que demandaban que la Universidad Primada de América se reorganizara a tonos con los principios de la Reforma Universitaria de Córdoba. La juventud combativa de entonces consideraba que su universidad no era más que “un convento donde una juventud catequizada por dogmas balmesianos, integrada a la impaciencia de adquirir ese diploma maldito para cambiar la situación y tragársela a los cuatro vientos con una petulancia barroca, pregonando una capacidad que no se tiene”. Los dirigentes de la ANEU sintieron tempranamente la situación de terror en que se vivía entonces. Como bien lo expresara el historiador Franklin Franco en la página 212 de su libro “Historia de la UASD y de los Estudios Superiores” la política terrorista implantada por Trujillo ablandó los ánimos de los universitarios, lo que trajo como consecuencia que todos esos grupos desaparecieran. Treinta y un años después, a raíz del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina la noche del 30 de mayo de 1961, los vientos de la Reforma Universitaria de Córdoba volvieron a soplar aquí.
El Movimiento Renovador Universitario de 1965, considerado por la mayoría de nuestros especialistas en el tema como una de las reformas educativas de mayor amplitud y profundidad en la historia de la educación dominicana. Entre sus principales aporte a la educación superior se cuenta la autonomía y el fuero universitario, la departamentalización académica, una mayor integración entre la docencia, la investigación y la extensión, un mayor acercamiento entre la universidad y la sociedad que le sirve de marco, entre otros.
Los beneficios sociales más duraderos de los aportados por la Revolución de Abril de 1965 fueron los impulsados por el Movimiento Renovador. Todo ello sin el auspicio de los gobiernos de turno.