La UASD necesita un sacudimiento

La UASD necesita un sacudimiento

En amplios sectores de la población existe la convicción, según se deja saber a través de los medios de comunicación y de las conversaciones entre académicos, de que la universidad estatal está necesitada, con urgencia, de un sacudimiento que produzca en ella cambios sustantivos. Por reclamos de los tiempos y por los cambios drásticos que se han registrado en la sociedad y en la misma Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Los avances científicos de los últimos años y, sobre todo, los saltos cualitativos empujados por la revolución de la tecnología digital prácticamente han hecho del mundo otro mundo. A este hecho, enorme de por sí, se suma el crecimiento casi exponencial de la población que asiste a las aulas del campus central y de los centros regionales de la UASD. Los estudiantes suman, según declaraciones recientes de las autoridades universitarias, más de 200 mil. Una cantidad respetable en cualquier parte del mundo.

Quienes propugnan por un sacudimiento de la UASD, entre los cuales está este diario, entienden que la universidad estatal necesita una estructura administrativa ágil y eficaz, capaz de responder con eficiencia y a tiempo a los requerimientos de más de 200 mil estudiantes, de miles de profesores y de miles de empleados. Igualmente, el aggiornamento académico no espera más tiempo. La UASD no puede seguir mostrando tardanza en llegar a tiempo a los nuevos conocimientos. La actualización de sus programas de estudio y la renovación de sus métodos de enseñanza son necesidades que no aguantan más demora, so pena de entregar a la sociedad profesionales “atrasados”.

Quienes dirigen la UASD tienen que despojarse de la concepción de la apertura sin límites. Ya es tiempo de ser selectivos, sin que entendamos este criterio como discriminación. No todas las personas estamos dotadas de las herramientas necesarias para llegar a las aulas universitarias. Hay que darle paso a los méritos, que no pueden ser otros que los académicos.

La UASD, una universidad tradicionalmente muy querida por sus grandes aportes académicos y sociales y por su desvelo por los mejores intereses de la nación, necesita actualizarse, renovarse, someterse a un sacudimiento. La sociedad, nos atrevemos a afirmar, ha estado esperando ese nuevo momento de la universidad más antigua del nuevo mundo. El camino podrá ser complejo y crítico, pero sus resultados, lo aseguramos, serán beneficiosos para todos.

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