La UASD: reformar para qué?

La UASD: reformar para qué?

Los profesores de la UASD, algunos empleados y pocos  estudiantes, cuartilla en manos, opinaron sobre la reforma de algunos aspectos de los Estatutos de la UASD. ¿Sobre qué aspectos? En realidad, estuvimos bien lejos de mejorar la misión, valores y visión de nuestra Universidad pública. Estos son los pilares de la Universidad que debemos enjuiciar.

Por eso, pensamos que reunir tantos cerebros para opinar sobre  acomodamientos, ajustes a intereses personales y, peor aún, de grupo, es preocupante. Nada trascendental en las preguntas,  solo se destacó  la voluntad de alargar la vida útil del rector, discutir sobre funciones y no resolver las deficiencias que se volvieron crónicas. Cada profesor pudo comprobar cómo se habla de cambiar la UASD, pero sin abordar lo fundamental: el saber. ¿Cómo renovarlo y como difundirlo?  Sin investigación, sin experimentación, sin formación continua, sin conocimientos nuevos, sin la necesaria libertad para eso,  no hay Universidad porque sin esos componentes no hay creación, no hay novedad, no hay ideas nuevas. 

El divorcio entre el Artículo 7 de los Estatutos de la UASD, con la realidad de “la familia universitaria” se amplía y en esta enorme brecha radican los problemas de la UASD. La Universidad debe pensar  sobre el tipo y la calidad de las personas  que salen de sus aulas y de sus estructuras, es el papel de las universidades desde siempre.

El esquema organizativo de las Universidades debe estar al servicio de las personas, y no a la inversa porque solo las personas son capaces de generar novedades y conocimientos: docencia, investigación y extensión, así habla la UASD. Sin embargo son  pilares vacíos de contenido, porque no es posible experimentarlos en nuestra UASD. Las Universidades deben facilitar sosiego, tiempo, motivación y medios, para que sus profesores se pongan a pensar, para que se paren a pensar, para que no se cansen buscando los bedeles, el porqué me castigan mensualmente con descuentos deshumanizados y con la sórdida complicidad de sus autoridades. 

No queramos reducir la vida de una Universidad a sus registros, actas, documentos, evaluaciones, presupuestos u opiniones internos y externos. Una de las grandes rémoras de muchas Universidades actuales es el gigantismo de su burocracia, su servilismo, la pésima formación académica de sus servidores, su conformismo y el desbordado protagonismo de los gestores y administradores, frente a la  marginación de los profesores, a la violación de ese Artículo 7 de los Estatutos y el forzado infantilismo de sus estudiantes.

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