La UASD

La UASD

La Universidad Autónoma de Santo Domingo conmemoró ayer  467 años de  existencia, en medio de una etapa de remozamiento estructural que la provee de nuevas edificaciones y una biblioteca que está entre las más modernas de la región.

Desde 1538, cuando la bula In Apostolatus Culmine, del papa Paulo III, transformó en universidad el centro de estudios generales Santo Tomás de Aquino, que dirigían los padres dominicos, esta unidad académica ha sido un importante símbolo de referencia histórica para la enseñanza superior dominicana.

Su aporte al desarrollo del país ha sido siempre significativo, sobre todo en aquellos tiempos en que la enseñanza superior era un bien de élites.

Aún  cuando su fuero y autonomía estuvieron aprisionados entre las garras de la oprobiosa tiranía de Rafael Trujillo, la Universidad de Santo Domingo, como se le llamaba entonces, fue siempre un faro de esperanza en medio del oscurantismo.

Por mucho tiempo fue una especie de monopolio de la excelencia académica, aportando al país profesionales de gran renombre que han intervenido en cada etapa de nuestro desarrollo.

Como universidad del Estado no ha escapado a los altibajos institucionales que han afectado al país.

Para estos tiempos, sus autoridades se esfuerzan por mejorarla y el Gobierno, a tono con estos propósitos, la está dotando de infraestructura que necesita.

Aspiramos a verla cada vez más influyente en el desarrollo del país.

La Policía Nacional

La Policía Nacional conmemoró ayer por lo alto y con distintos actos el Día  de San Judas Tadeo, patrón espiritual que inspira la filosofía de esta institución, de protección al desvalido, al que es víctima de abuso.

La conmemoración coincide con una etapa de verdaderos retos para ese cuerpo civil armado, cuyos principales líderes muestran indudable empeño por superar etapas de cuestionamientos debidos a falta de respuestas oportunas y adecuadas al constante socavamiento de la seguridad ciudadana.

Estamos hablando de una institución a la que todos los miembros sensatos de la sociedad quisiéramos ver en capacidad de enfrentar exitosamente cada acto de violación a la ley y perjudicial para la coexistencia armoniosa de los ciudadanos.

Más aún, queremos verla en condiciones de prevenir con tal acierto, que neutralice la voluntad pecaminosa antes de que ésta consumara sus actos.

Este deseo nos anima a pedir que las instancias más altas del Estado respalden cualquier iniciativa de la Policía por hacerse más eficiente en la tarea de auxiliar la administración de justicia.

Hay que impulsar esa vocación de servicio que la Policía Nacional ha asimilado de su patrón espiritual, San Judas Tadeo.

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