La UE tiene una historia mixta de comercio y ayuda

La UE tiene una historia mixta de comercio y ayuda

Escribe Alan Beattie.
Cerca del corazón de los entusiastas por los 50 años de la Unión Europea está el compromiso de un internacionalismo progresista y, en particular, con el mundo en desarrollo.

Al iniciar su vida en 1957, como una unión aduanera con tarifas comunes para las importaciones, frente al resto del mundo, el papel externo principal de la UE sigue siendo el comercio internacional. Y hasta que el aparato de política exterior de la UE se solidifique y una fusiones y acciones de sus estados miembros, se mantendrá el caso de que, como lo dice Raazen Rally, un economista “euro-escéptico” del Centro Europeo de Política Internacional, un centro de análisis: “El comercio y la ayuda son la política externa real de la UE”.

Los expertos califican su récord de promover un comercio abierto entre regular y bueno, aunque algunos de sus muy cacareados programas de ayuda a países pobres son menos impresionantes de lo que parecen. Sin embargo, el resultado de la ayuda de la UE distribuída centralmente ha sido bastante terrible.

Sobre el comercio, la UE sigue siendo casi el doble de proteccionista con su agricultura que EEUU –un tercio de los ingresos de sus agricultores provienen de subsidios, o de precios artificialmente altos–, pero solo la mitad de proteccionista que Japón y Corea del Sur.

Sobre los productos manufacturados, aplica tarifas promedio de solo 4%, igual que Estados Unidos.

En un estudio reciente sobre la política comercial de la UE, la Organización Mundial de Comercio también destacó que la UE se mantenía como el principal exportador e importador de servicios comerciales del mundo, aunque añade que las barreras al comercio en los servicios se mantiene tanto al nivel intra-UE y al nivel de terceros países. “Donde la UE restringe para adentro, restringe para afuera”, dice la profesora Rally. Pero en el comercio con terceros países, es más restrictiva de lo que parece. La UE se enorgullece de su programa “De todo, menos armas”, un plan que permite importar casi todo de los 50 países más pobres del mundo. Pero en la práctica, tiene restrictivas normas de higiene y productos que funcionan como barreras comerciales. Los economistas del Banco Mundial califican a la UE casi el doble de restrictiva con las importaciones de países pobres que EEUU.

También tiene meticulosas “reglas de origen” –enigmáticas, pero críticas del uso de materiales de otros lugares para producir exportaciones. La “Ley de Crecimiento y Oportunidades para África” de EEUU, el plan de preferencias, aunque cubre menos países que “De todo, menos armas”, ha pasado por alto algunas de esas restricciones con efectos sensacionales.

El empobrecido estado sudafricano de Lesotho, tradicionalmente, un productor de ropa, exportó el año pasado casi US$400 millones en vestuario hacia EEUU, gran parte de esto producido con tela de algodón china. Y exporta poco hacia la UE.

Si las preferencias comerciales de la UE son menos impresionantes de lo que parecen, su récord de ayuda entregada centralmente por la Comisión es positivamente vergonzosa. El consenso que está surgiendo sobre la ayuda, como la desarrollan pares en la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica en París, es que, donde sea posible, debe estar encaminada a reducir la pobreza mediante el respaldo a los esfuerzos de los gobiernos por mejorar el clima para el crecimiento y la inversión.

Sin embargo, el enfoque parroquial del “buen vecino” de la UE –los tres principales receptores en el periodo 2004-05 fueron Turquía, Marruecos y Montenegro–, choca con esto. Los vecinos de Europa tienen a ser países de medianos ingresos, con buen acceso a los mercados de capital privado. Muchos tienen gobiernos débiles y un historial muy pobre en cuanto a reforma económica. En 2004-05 más de 45% de la ayuda total dirigida por la CE fue a países de ingresos medios.

Los estudios de la ayuda de la Comisión por la OCDE lo califican de lento, burocrático e incompetente, aunque los funcionarios de la OCDE dicen, como anécdota, que parece estar mejorando.

En una carta dirigida al Financial Times el año pasado, defendiendo la ayuda de la UE, un vocero, a nombre de Louis Michel, el comisario para el desarrollo, se limitó a citar elogios oficiales que o no existen o en realidad fueron críticos del Fondo Europeo para el Desarrollo, el órgano de ayuda de la UE controlado centralmente. 

Los europeos puede que se vean a sí mismos abiertos, progresistas y volcados hacia el exterior. Pero los economistas que analizan ambos aspectos de la política externa, controlada centralmente por la UE, dicen que solo de manera intermitente cumplen con esta visión.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

Publicaciones Relacionadas