La universidad

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El ilustre historiador español de la Orden de los Dominicos Rev. P. Vicente Beltrán de Heredia, después de una paciente labor de búsqueda en los fondos del Archivo Vaticano, encontró, a mediados de los años cincuenta del pasado siglo 20, en el Inventario de Bulas Perpetuas del Papa Pablo III, la partida o registro correspondiente a la “In Apostolatus Culmine” junto a una suplicatoria dirigida al Santo Padre por los religiosos dominicos del Real Convento de La Española con el propósito de obtener de Su Santidad la elevación de su Estudio General a la categoría de Universidad. Esos hallazgos se constituyeron en pruebas de que la cuestionada Bula había sido aprobada y despachada por el Papa Pablo III. En mayo de 1959, el historiador dominicano César Herrera localizó en el Archivo de Indias, una copia del documento fundacional de la Universidad Primada legalizada por los notarios apostólicos en presencia del Arzobispo de Santo Domingo. Es la reproducción de la Bula In Apostolatus Culmine más antigua que se conoce. El lector se imaginaría que esos hallazgos le pondrían punto final a la disputa sostenida por siglos entre las Universidades Pontificia de Santo Domingo (UASD) y Real de San Marcos de Lima por la primacía universitaria de América, pero no fue así. Los universitarios peruanos no se resignaron ni se resignan a perder el título de Universidad Primada para su Alma Máter. Al efecto, en el prólogo del libro del historiador peruano Miguel Maticorena Estrada “La Universidad de San Marcos de Lima” publicado en el Perú en el año 2013, se señala que: “Otra preocupación de Maticorena es la reivindicación de los títulos preeminentes de la Universidad de San Marcos de Lima. Aquí, el gran obstáculo es la Universidad creada por los dominicos en Santo Domingo en 1538 (se refiere a la UASD). La verdad es que hubo documentos pontificios a favor de esa fundación. Pero careció de valor porque la monarquía española invocó a sus derechos de Real Patronato y le negó validez (el pase regio)”. El prologuista de la mencionada obra no tomó en cuenta el hecho de que según las Leyes de las Siete Partidas del Rey Alfonzo X, entonces vigentes en todo el Imperio Español, el Estudio General o Universidad lo podía establecer tanto el Papa como el Emperador y el Rey. Al respecto, quien fuera rector de la Universidad Primada, Julio Ortega Frier, en su ensayo “Universidad de Santo Domingo, Primada de América” expresa lo siguiente: “Si el título de Universidad Primada no pudiera originarse sino por expresa investidura de la autoridad pública, como resulta con los de nobleza, y, en general, con lo que envuelven jurisdicción o preeminencia, es indudable que a la de Santo Domingo no le correspondía; o que, aún habiéndole competido antes de la cédula real del 2 de agosto de 1758, no podría ya invocarlo después de esa decisión real. Pero el caso es que la primacía que ostentaba la Universidad de Santo Tomás no era sino un calificativo que les correspondía por razones históricas; es decir, por el hecho indiscutible de haber sido la primera erigida en América. Y este hecho no puede ser borrado por la autoridad del príncipe”. Al respecto, ya no caben argumentos contrarios. La Pontificia Real y Autónoma Universidad de Santo Domingo (UASD) es la más antigua institución de su género fundada en América. Por ello, ostenta con orgullo el título de Universidad Primada. Su autonomía, los privilegios de que disfruta, y su jurisdicción especial son asuntos de viejo abolengo de más de cuatro siglos de existencia.

 

 

 

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