Dijo el genio del mal, quien fue sin duda alguna el más importante e influyente Geopolitólogo estadounidense de finales del siglo XX y de todo el XXI el gran Samuel Huntington, que “todas las Olas de democratizaciones han tenido también su contra ola”. En ese sentido, se puede afirmar con vehemencia que la segunda Ola de la democratización que inició en el periodo de postguerra, fue interrumpida con la creación en Panamá por parte de EE.UU. en 1946 de la famosa “Escuela de las Américas (SOA)” la que en la praxis se convirtió; en el Frankenstein del anticomunismo en Latinoamérica.
En efecto, la (SOA) hoy convertida en el instituto (WHINSEC) con su sede en Georgia en EE.UU., fue una verdadera universidad de criminales, de genocidas y de enajenados con uniformes. La misma, jugó un gran papel estratégico como herramienta de la geopolítica en la mal llamada Guerra Fría; pues permitió a Washington mantener su hegemonía hemisférica con la repulsa de descontentos y golpes de Estados en su auto-heredado “Patio trasero”. En virtud de ello, si hoy se realizara una reunión de sus ex graduados en el Yankee Stadium sin duda alguna, estaríamos en presencia de una gran fiesta entre Drácula y todos sus vampiritos.
EE.UU. y su Moral de Conveniencia.
Decía el gigante salvadoreño el gran monseñor Óscar Arnulfo Romero “que la ley es como la serpiente, que solo pica al descalzo”. Dicha premisa, en el caso de EE.UU. es un sombrero a la medida, que se pone en evidencia con solo recordar que son los mismos que escudados bajo el tanque de guerra retórico de defensa de los derechos humanos, han obligado a varios países a reconocer la jurisdicción de la Corte Interamericana; la misma que ellos jamás han querido reconocer, porque es evidente que tendrían que comenzar explicando ¿cómo es posible que cuasi-todos los ex estudiantes de la SOA, se graduaron con honores en violación de derechos humanos?
En esa gran “base para la desestabilización de Latinoamérica”, como fue descrita por el ex presidente de Panamá Jorge Illueca, se han formado unos 77,000 soldados a quienes se les entrenó en aplicar torturas, chantaje, extorsión y pago de recompensa por enemigos muertos; procedimientos orientados en sus manuales y que fueron publicados por el propio New York Times en 1996. Dentro de esas bazofias se pueden mencionar a los mexicanos Gastón Menchaca, Miguel Leyva y Adrián Maldonado, el boliviano Ulzagaste Rodríguez, Efraín Vásquez de Venezuela, Francisco del Cid Del Salvador, Álvaro Quijano y Wilmer Mora de Colombia y Vladimiro Montesinos de Perú.
Defensores y Fabricantes.
Asimismo, los dos principales actores del golpe de Estado en Honduras en 2009 el Jefe de Estado Mayor Romeo Vásquez y el Jefe de la Fuerza Aérea general Luis Prince Suazo, los que mataron al cantante Víctor Jara en Chile y, el ex Ministro de Defensa de Guatemala Héctor Gramajo. Con el agravante, de que existen más de 150 centros de entrenamientos militar de EE.UU. con estas mismas características desplegados en todo el mundo. Procedimientos tan inverosímiles que quienes lo enseñan son los que se oponen al funcionamiento del Tribunal Penal Internacional y, presionan por lograr inmunidad para sus militares que operan en la región.
Cualquier ultraderechista de estos tiempos, que en la actualidad han vuelto a estar de moda pudiera decir, que este es un escrito desfasado, anacrónico y propio de la pasada Guerra Fría. Sin embargo, a ellos solo hay que recordarles que hoy en pleno siglo XXI la WHINSEC y muchas otras escuelas siguen abiertas y, que los nombres de sus 1,500 estudiantes anuales son secretos. Y, que los mismos paladines de la democracia al mismo tiempo son los mejores amigos y aliados de Benjamín Netanyahu, de Abdulfatah al Sisi, de Salmán bin Abdulaziz y, ahora también colocaron en su colmena a Jair Bolsonaro.