La universidad hoy entre
el humanismo y el mercado

<p>La universidad hoy entre<br/> el humanismo y el mercado</p>

REYNALDO R. ESPINAL
Uno de los retos éticos de más alto calado que concebirse pueda en las actuales circunstancias, -reto que compromete y desafía a los poderes públicos, a las instancias privadas, Organizaciones No Gubernamentales, y a cualquier ciudadano sensible, es el de repensar con espíritu crítico y mente amplia cuál ha de ser el derrotero por el que se encauzará la enseñanza – en todos sus niveles y dimensiones- en las peculiares circunstancias sociohistóricas en que vivimos.

Y creo que conviene destacar, de entrada, lo de abordar este ingente desafío con espíritu crítico, por que no constituye un secreto para nadie el hecho de que el proceso de hipervaloración de lo tecnológico y la mercantilización de la vida y del trabajo que caracteriza nuestra era,- resultante de la progresiva racionalización de la vida iniciada en los albores mismos de la modernidad-, debe ser ponderado en sus justas y reales proporciones, sin caer en la satanización inútil de una dinámica que se torna a todas luces irreversible pero tampoco en el optimismo ingenuo de aquellos que sólo ven de la misma sus bondades y no repararan en lo que encierra de contradictoria, por no decir , dirigida y engañosa.

Y es precisamente en el ámbito de la educación,- y más aún-, dentro de la educación superior o universitaria donde esta tensión perece sentirse y vivirse con mayores intensidades, -y por qué negarlo-, con mayores angustias y sobresaltos.

Todo ello obliga a apelar de nuevo a la reflexión y a la razón, a esa singular peculiaridad del ser humano caracterizado como “un animal que se hace preguntas”, evitando claudicar ante una peligrosa tendencia uniformizante que parece imponernos la lógica mutiladora de vivir de “verdades prefabricadas”.

Es preciso volver a retomar la “mayéutica” del viejo Sócrates y-, en este específico contexto preguntarnos de nuevo-, ¿Cuál es el fin y el propósito último de la educación, ¿Cuál es el tipo de ciudadano que deseamos y esperamos formar?, ¿Queremos profesionales para el mercado o mercado para los profesionales? ¿Coinciden o han de coincidir la universidad y el mercado en su visón de la persona humana, y por ende, en los valores y actitudes que este debe encarnar? ¿La educación planteada desde la lógica del mercado humaniza o standariza al ser humano? ¿Se ha de educar para la vida o se ha de educar para el mercado?

¿Somos capaces de discriminar en esta dinámica que deviene arrolladora y desafiante entre lo que enajena y lo que libera? ¿Estamos preparados hoy para advertir donde está la muerte y donde el renacimiento?

No pocas voces críticas han alzado su voz, -antes y ahora-, sobre el peligro que entraña una especie de “vaciamiento humanístico” que poco a poco ha ido instaurándose en los programas y ofertas académicas, despojando a la educación de su función esencial: humanizar y formar a la persona en autonomía y libertad, o, para tomar su categoría prestada a Bertrand Russell, decir que la educación es y existe para que el ser humano sea “más vital, con valores, inteligente y sensible”.

En el lenguaje de las reformas educativas parecen irse asumiendo acríticamente un típico lenguaje que no es otro que el lenguaje del mercado. Y pena de la Universidad el día que en ella se hable, y más serio aún- que en ella se actúe, siguiendo a pies juntillas estos ciegos dictámenes.

¿No es por ello por lo que conviene reflexionar seriamente, ante enjuiciamientos tan comprometedores como aquel que reza que las universidades han devenido en “máquinas de imprimir títulos?

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