La utilidad de las metas monetarias

La utilidad de las metas monetarias

Las autoridades monetarias de muchos países han adoptado el establecimiento de metas monetarias como guía de previsión para el ejercicio de la política económica. Aunque las razones de las decisiones son distintas en cada país, se podría decir que, en conjunto, han sido reflejo de vigilar permanentemente el comportamiento en la estabilidad de precios, las tasas de interés y la estructura de precios relativos, además de informar al sector privado acerca de las intenciones de actuación de las autoridades para el periodo siguiente y, como tal, para conformar expectativas.

Tradicionalmente las metas monetarias se fijan sobre un agregado monetario, como es el caso preferentemente de la oferta monetaria (M2), el medio circulante (M1) y, ya más recientemente, del efectivo en manos del público (M0). El establecimiento oficial de metas monetarias empezó en Inglaterra en 1976. Se inició en medio de incertidumbres crecientes en relación con el tipo de cambio, la tasa de inflación y la actitud de la política fiscal. Así, las metas publicadas sobre el agregado elegido se proponían obrar como una “limitación dominante” sobre los aspectos fundamentales deseados de la política macroeconómica y sus indicadores económicos de control.

La justificación.  Una relación estable y proporcional entre el dinero y el ingreso nominal ha sido por lo general la base para desarrollar la idea de las metas monetarias. Con la velocidad de circulación relacionada con sus determinantes (ingreso real, tasas de interés y expectativas acerca de la inflación y los tipos de cambio) de una manera suficientemente predecible, el crecimiento de la masa monetaria se puede prever, condicionado a la evolución de esas variables. Asignando valores específicos a las anteriores variables, se genera la escala de metas para las masas monetarias elegidas. El crecimiento efectivo del dinero, cuando se le mide con respecto a un valor fijo semejante, sirve como indicador principal de la firmeza del ingreso nominal y, de acuerdo con la rigidez con que se adhiera a las metas monetarias, puede indicar un ajuste o un aflojamiento de política monetaria.  

Las señales de acción suelen ser más fáciles de captar cuando se tiene como meta un agregado estricto y no uno amplio. Por ejemplo, un exceso en un agregado estricto es típicamente interpretado, ya sea como prueba de que el nivel de actividad es mayor que lo previsto, o bien como la consecuencia de que las tasas de interés son más bajas que lo previsto, lo que a su turno sugiere que el nivel de actividad tiene propensión a aumentar en periodos posteriores.

Pero en cada caso, suponiendo se siga verificando la relación dinero/ingresos, estimada previamente a partir del llamado coeficiente de liquidez de la economía (M1/PIB), el crecimiento del dinero en sentido estricto por encima de la meta tiende a ser un augurio de expansión, posiblemente inflacionaria, lo que indica la probable necesidad de actuación para que se produzca una subida de las tasas de interés. Esta diferencia viene de la mayor preponderancia de los activos que devengan intereses en el dinero en sentido amplio, lo cual hace que las variaciones de las tasas de interés operen en direcciones opuestas sobre la demanda del dinero en las dos clases de agregados. Como el dinero en sentido amplio comprende una parte tan considerable de los pasivos de los bancos, el efecto último de una variación de las tasas de interés sobre su crecimiento se puede determinar más fácilmente con referencia al lado del crédito de los balances de los bancos.

La interpretación del crecimiento por encima de la meta en el M2, se puede complicar todavía más por el hecho de que la demanda de dinero en sentido amplio tiende a depender de más variables que la demanda en sentido estricto (M1). Se debe en gran parte a que el dinero  comprende activos que se tienen en cartera, lo mismo que para fines de transacciones, lo cual implica que la riqueza financiera bruta tiene probabilidades de ser un determinante importante de su nivel deseable. Por consiguiente, incluso sin una variación de la función de demanda monetaria subyacente de por sí, el dinero M2 podría superar su meta por  un aumento más grande de lo previsto del nivel de riqueza financiera bruta. Este sería o no expansionista según que la demanda de riqueza financiera hubiese o no aumentado.  

Los indicadores.  El indicador por excelencia que mejor expresa y vigila el comportamiento y la viabilidad de las metas monetarias en la economía es aquel que relaciona el crecimiento que experimenta la emisión monetaria con la evolución del nivel de precios. Por ello, en la medida en que la meta programada de emisión de dinero es controlada y revisada por las autoridades, la inflación mantendría una ruta crítica adecuada.

 No obstante, otros indicadores a considerar, y que guardan una relación inversa con el comportamiento del nivel de precios, serían los llamados coeficientes de liquidez de la economía (M1/PIB y M2/PIB). En ese sentido, es útil considerar también el comportamiento entre los indicadores que relacionan los medios de pagos con el Producto Interno Bruto (PIB) con la tasa de devaluación cambiaria, el crecimiento de los medios de pago y la estructura de depósitos de la economía con respecto a la tasa de interés, y las distintas velocidades de circulación del dinero con la razón monetaria entre las reservas internacionales y el M2.

Ya sabemos que cuando el M1 crece proporcionalmente al crecimiento del ingreso, manteniendo una senda de crecimiento objetivo, un ajuste excesivo del M2 indicaría una variación ascendente de la demanda de dinero y de la riqueza financiera, en tanto que un ajuste excesivo del M1 tendería a indicar que no ha habido tal variación en la demanda que acompañara el exceso en las necesidades de endeudamiento del sector público o en los créditos bancarios, y que el aumento concomitante en la masa monetaria se estaba desbordando sobre la corriente de los gastos. Se puede colegir también que la tendencia en la velocidad en circulación del dinero se puede relacionar a varios factores. Primero, dado que el dinero en sentido amplio incluye un considerable componente de ahorro, se presume que su velocidad debería ser típicamente declinante a medida que aumenta la razón de riqueza con respecto al ingreso.

Segundo, el resurgimiento de tasas de interés reales positivas permite restaurar el atractivo de los activos financieros como reserva de riqueza.

Tercero, cuando la baja en la velocidad coincide con una baja en la tasa de inflación y en la tasa de ahorro, se puede inferir que posiblemente existen endeudamientos brutos más elevados. Y cuarto, las variaciones en los instrumentos de política monetaria y los cambios en la estructura de los mercados financieros pueden llevar a un aflojamiento de las limitaciones anteriores sobre endeudamiento que, a su vez, podría significar un periodo de rápido crecimiento por parte de los bancos y las asociaciones de ahorros y préstamos.

La experiencia con el establecimiento de las metas monetarias en una economía confirma directamente la cuestión que relaciona y debate el concepto del dinero en sentido estricto frente al dinero en sentido amplio. Si bien la primera tiende a estar justificada por consideraciones técnicas en cuanto a la estabilidad de la demanda, la última  puede contribuir a centrar la atención del público sobre las fuentes de creación excesiva de dinero, típicamente basado en el comportamiento del déficit presupuestario y en la creación y multiplicación de créditos en la economía, y servir así como función útil en el campo más amplio de elección del público.

La cifra

29.44%  ha sido el coeficiente  de liquidez promedio de la economía dominicana entre 1989-2009, el cual relaciona la oferta monetaria ampliada (M2) con el PIB. En ese lapso, las tasas de interés pasivas han promediado un 15.2%.

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Impacto en tipo de cambio

La política monetaria es una variable importante para explicar los movimientos en el valor del peso con respecto al dólar. Una política monetaria expansiva que reduzca las tasas de interés y posibilite la ejecución de una política de dinero barato tendría el impacto de provocar la depreciación del peso. La depreciación de la moneda implicaría que los productos exportados por el país serán más baratos en los mercados internacionales. Por otro lado, los productos importados tenderán a aumentar de precio cuando aumenta el valor de la moneda extranjera. En cambio, una política de restricción monetaria, que incremente las tasas de interés y posibilite la ejecución de una política de dinero escaso tendría el impacto de provocar la apreciación del peso. Así, los productos exportados serán más caros en los mercados externos.

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