La utopía repetida, el fin de año

La utopía repetida, el fin de año

JOSÉ SILIÉ RUIZ
El «calamitoso» año 2007 está en su final, el 30 de Diciembre, tiene para nosotros, en lo particular una doble significación, lo primero es que celebramos hoy dos cumpleaños en la familia, el de mi padre y el de mi dama, felicidades y larga vida. Además, por otra parte, hago en la fecha mis reflexiones de fin de año, con los deseos y metas para el inicio del que está a la vuelta.

Hoy, estoy en la tónica de «soñar» con un país «perfecto», donde sus hombres y mujeres: en la política, en la justicia, en las iglesias, en la milicia, en el aparato productivo, en la clase profesional y la obrera, las madres y los niños, en fin en todos los estamentos que nos hacen ser sociedad, sean «casi» perfectos en sus acciones y que por vía de consecuencia tengamos una República Dominicana, muy cerca de lo que todos en nuestro interior sabemos que aspiramos para nuestro terruño amado, lo que es casi una «utopía».

La utopía  de u, sin y topos, lugar  tuvo gran florecimiento principalmente en Europa en los siglos XVI y XVII, luego que el canciller de Enrique VIII, el inglés Tomás Moro escribiera su famosa obra. Lo verdaderamente significativo, es que el humano ha proyectado su vida, en casi todas las épocas, hacia una meta más o menos utópica; ahora bien, la forma de esa utopía ha ido cambiando a lo largo del tiempo conforme cambiaban no sólo las circunstancias históricas, sino la mentalidad del hombre mismo. En ese sentido, las utopías se han desplegado en una doble dirección: en el espacio y en el tiempo.

En esa tónica, la utopía se ha convertido a través del tiempo en una especie de motor de la dinámica histórica en razón de que nos incita hacia el futuro promisorio y por igual proyecta al hombre en procura de una meta trascendente. Visto así, estaríamos en el país «perfecto», con todos sus hombres y mujeres con gran bienestar y felicidad, donde la convivencia social sería placentera, casi idílica. Pero acontece y pasa, que el alma humana normal no está en esa tónica, ni la puede lograr, la profesora Sonja Lyubomirsky de la Universidad de Riverside, en California, publicó un artículo en la revista Scientific American de abril de 2007 donde analizaba, lo que ella denomina «felicidad permanente». Según esta psicóloga, obtener una gran dicha de larga duración, es muy difícil. Las razones que se invocan tienen que ver también con la teoría de la «asimetría hedónica»; cuando algo nos hace «demasiado felices», volvemos rápidamente al anterior umbral de satisfacción. Se ha valorado este fenómeno, en los que se han ganado premios jugosos en la lotería, la «gran alegría» les dura muy poco, y vuelven pronto a su estado emocional anterior, y en ocasiones hasta peor sensiblemente.

Hay otra línea de enfoque. Algunos científicos que trabajan en la conducta de la insatisfacción, consideran que los humanos necesitamos sentirnos mal para crecer en nuestros objetivos. Esa es la tónica del psiquiatra Gregory Berns, autor del libro titulado «Satisfacción». Señala que la disconformidad de algunos, está relacionada con la sustancia «cortisol», que hace lograr sólo una pasajera y episódica satisfacción.

Pero volvamos a nuestra realidad, considerando cuáles son los valores nuestros, partiendo del hecho de que el ser humano no está programado biológicamente para ser feliz de modo permanente. Cada edad tiene sus propias fuentes de satisfacción, durante la adolescencia y la juventud, es que se desarrollan las potencialidades genéticas relacionadas con la felicidad. El ambiente es crucial en ese tiempo. Luego en la vida adulta los elementos para el desarrollo de esa felicidad son: la buena salud, la estabilidad económica, la sexualidad plena, el amor, la espiritualidad, la paz interior, y el éxito. Cada dominicano tiene su propio umbral de exigencia y jerarquización sobre cada uno de estos factores mencionados.

Volviendo a nuestro soñado y «utópico» país, deseamos que este 2008 traiga para RD: unas elecciones pacíficas, que los políticos asuman que el país los observa y los enjuicia, que se pueda enrumbar la nación como conjunto por las expeditas vías del pleno desarrollo económico y social. Que la salud, la educación, una justicia sana, la seguridad ciudadana, lograr ocupación, techo y retiro, estén consolidados para las mayorías, que no hayan mas vaguadas ni tormentas, que nos arranquen del cerebro el «chip» de la corrupción y que la tecnología integrada se haga nacional. Así mismo, que logremos «inventar» un verdadero y concensuado «proyecto de nación», pero que sea cumplido por todos, y por todas, para que podamos indivisos seguir acercándonos a esa «ilusión de país», donde todos tengamos «bienestar», con gran desarrollo humano, y que no estemos nunca más bordeados de los penosos índices de miseria, desnutrición, insalubridad, deficiente educación, y gran resentimiento social, sin violencia ni ruidos innecesarios, con gran moralidad y mayor civismo, sin narcotráfico, ni sida, ni abusos de género, con preservación del medio ambiente, sin diáspora económica y una dominicanidad más enraizada.

Si todos ponemos nuestra «equitativa» cuota de acción en ese propósito, sé que lo podríamos lograr para que no quede en «nada» todo esto que aspiro, pues sé por igual que otros muchos lo desean, esta añorada «utopía» de fin de año. Quisiera yo que «todos» pudiéramos levantar la copa del más fino cristal de Baccarat, desde el más humilde damnificado hasta el encumbrado potentado, para que el Supremo Hacedor, nos permita como nación, continuar en el indetenible progreso, y por un muy feliz y venturoso 2008, con mucha salud, dinero y amor.

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