Como si alguien quisiera llenar un río de sangre, el 2019 ha iniciado a golpe de muerte y dolor. Cada día nos sacude algún caso y, en medio de ese torbellino indetenible, una tragedia va callando la otra sin que nos podamos detener a pensar demasiado en el trasfondo de ellas.
Una de las últimas fue el homicido del coronel Daniel Ramos Alvarez que, como hemos podido ver, esconde tras de sí una realidad muy dura de aceptar: la impunidad campea, oronda y vanidosa, en las calles de Baní. Por ello, el martes pasado escuchamos a Jesús Peña decir, con todo el desparpajo posible, que el punto de drogas de su hermano Rafael Antonio Díaz (Buche) es el mejor.
Al hablar en el Palacio de Justicia de Baní, Peña dijo claramente que en Baní la droga es libre: “es como ir al mercado”, razón por la que se disputan los mejores puntos.
A causa de ello, aseguró, hubo una componenda para afectar a su hermano. ¿Lo fuerte? En esa componenda, indica, estarían involucrados el capitán Marcelino Arias y el teniente coronel Leonardo Brazobán Matías, de la Policía, quienes dejaron a Ramos abandonado cuando fue herido por los narcos.
La respuesta del jefe de la Policía fue hacer algunos cambios de posición, entre los que está el del general de brigada Juan Gerónimo Brown Pérez, quien era director Regional Sur Central, para ponerlo en la Regional Sureste. Como siempre, se trató de cambiar fichas de lugar.
El Gobierno, a pesar de la gravedad de los casos, ni se inmuta. ¿Para qué cambiar lo que, al parecer, funciona? La droga nos atrapa, pasea impune en los pueblos y hay quien se jacta de ello. Esto es RD.