La vara

La vara

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Cuentan que en el antiguo imperio de los sasánidas había un rey muy culto que gobernó con gran sabiduría, tacto y sentido de la justicia. En una ocasión un funcionario acudió donde el rey y acusó a un recaudador de impuestos de arreglar las cuentas de contribuyentes de modo que pagaran menos al fisco y repartirse la diferencia.

El sabio rey, muy amante de la filosofía, preguntó al denunciante: si fueras a representar con una vara la falta del recaudador ¿de qué tamaño sería?. El funcionario trajo una vara de un metro de largo y se la entregó al rey. El monarca ordenó al visir que colocara la vara en un lugar visible del salón del reino, pero que guardara el secreto del significado de la misma.

La condena impuesta al recaudador de impuestos se cumplió implacablemente, pese a los pedidos de clemencia: murió ahorcado en la plaza pública.

-Servirá de ejemplo, dijo el rey.

Se había hecho justicia. El funcionario denunciante fue premiado por el rey por su lealtad y honradez.

Este gobierno armó todo un montaje de publicidad pagada directamente a los medios para denunciar la «corrupción» del gobierno anterior. Se ordenó que tal política fuera apoyada  al unísono por todas las bocinas que en prensa escrita, radio y televisión buscan palabras encomiásticas para referirse al Presidente de la República y a muchos de sus funcionarios, especialmente los que pagan.

No fueron originales en esa bajeza, ya Joaquín Balaguer había jugado la misma carta cuando acusó al presidente Salvador Jorge Blanco de actos indebidos e ilegales que no pudieron probar que cometió.

Se trata de la vieja maña de descalificar con acusaciones mendaces para ensuciar aguas ajenas sin que ello signifique que las de los acusadores estuvieran ni están limpias, antes al contrario.

Dos grupos de funcionarios fueron enviados a la justicia por un Ministerio Público que actúa, en ocasiones, con la misma mentalidad cloacal del Foro Público usado por Trujillo para desgobernar el país.

Tanto en el caso de los ex oficiales de Policía que fueron acusados de usar indebidamente vehículos retenidos, como en el de la distribución de los invernaderos, las decisiones de los jueces niegan que sean ciertas las acusaciones y, lógicamente, se producen sentencias contrarias al interés del gobierno. Pero esos funcionarios ya fueron condenados por la campaña de prensa, por el despliegue a las mentiras de fiscales y funcionarios que no pueden ocultar el súbito bienestar de que disfrutan al amparo de ingresos nunca soñados, la mayoría de los cuales funcionarios no puede explicar decentemente el origen de tal riqueza.

Al rey le dijeron que el funcionario que denunció al recaudador construyó una lujosa casa en la orilla opuesta del río y ordenó  una barca adornada con muelles, alfombras de fabricación exclusiva y paneles de pan de oro, así como un piso de mármol diseñado por pintores y arquitectos.

El monarca se  hizo invitar a la casa del funcionario denunciante, luego de que uno de sus investigadores evaluara la casa y sus ajuares.

-Os traigo, dijo el rey al funcionario, un regalo muy especial- dio una palmada y un esclavo llegó con un paquete ricamente envuelto.

El funcionario se apresuró a destaparlo y luego de echar a un lado la envoltura descubrió, en el fondo de un cajón rectangular la regla que el rey le había pedido cuando denunció al recaudador que se hacía negocios con los impuestos. Aquí debemos comenzar a medir a todos con la vara de la justicia, civiles y militares, religiosos y empresarios, jueces, fiscales y gente del común.

Lo que ocurre es que la vara nuestra está extraviada pero la ley está ahí. ¿Cuándo será respetada y aplicada con igualdad para todos?

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