Como un tsunami infeccioso avanza sobre el planeta la modalidad del virus SARS-CoV-2 de más transmisibilidad, confirmándose su presencia en el territorio nacional mientras se plantean interrogantes sobre la efectividad de las vacunas contra ella.
En principio, y solo en principio, la ómicron parece ingresar con más facilidad a las células humanas que otras mutaciones pero sus efectos sobre el organismo se muestran débiles, como simples gripes, un ambiguo comportamiento.
Falta avanzar más en el estudio de su incidencia y un mayor registro con clasificación de casos para asignarle un perfil definitivo aunque su multiplicación en otras partes del mundo, con cifras de contagios que superan anteriores, llevan al retorno de restricciones.
República Dominicana está llamada a proceder en consecuencia bastándole la reciente tendencia al incremento de casos positivos en coincidencia con las oleadas en países de cercanías como Estados Unidos y Puerto Rico.
A pesar de las incógnitas, vacunarse, sustraerse de aglomeraciones y usar mascarillas conservan su validez y habría que insistir en esas formas de protegerse independientemente del curso que en este medio vayan a reflejar la enfermedad y los diagnósticos.
A partir de esta misma fecha debe registrarse un espontáneo renacer de concurrencias a los centros de inoculación en lo que tienen efecto nueva medidas que confieran grados de obligatoriedad a las prevenciones.