La velocidad, las drogas, la juventud… y nosotros también

La velocidad, las drogas, la juventud… y nosotros también

Estoy lamentando, igual que muchos de ustedes, la muerte de tantos jóvenes generalmente víctimas de las armas, la velocidad o las drogas.
El más “feróz” de estos casos (para utilizar el adjetivo equivocadamente como lo hace la TV calificando una competencia) ha sido para mi el de ese joven, gran promesa del béisbol de Grandes Ligas, junto a otros dos jóvenes más. Promesas también, pues eran jóvenes. La velocidad y los estimulantes. No sabemos los exactos nombres.
Acaba de ocurrir otro caso muy lamentable y con algún parecido al citado anterior. El agravante es que este joven tenía tan solo dieciseis años de edad.
Menciono estos dos casos por el tamaño de la conmoción que cada uno de ellos produjeron. Pero pudiéramos señalar cientos y miles más.
Hay cosas que quiero decir. Y las digo. Veo con frecuencia los anuncios de los automóviles. En algunos de ellos, me parece que junto a otras cosas del carro están vendiendo también la velocidad. Esto no está bien.
Otra cosa es poner el ojo en las fiestas, los lugares donde los adolescentes comienzan en el alcohol o las drogas.
Pero poner atención. Y me pregunto, ¿Quienes? y, de repente no tengo respuesta.
Otra cosa es la educación. ¿No se enseña que un estimulante es para quien lo necesita?. Necesitan los jóvenes esos estimulantes “heroicos”. Parece que esto no se enseña.
Aparte de que escasean los padres. Noto la tendencia de adelantar, en las leyes y en la práctica familiar, la mayoría de edad. Y hasta se ha hablado de bajar la edad casadera de las muchachas a imitación de las naciones islámicas.
Sé que es contra la corriente decir que los adolescentes no deben manejar autos, etc. Ni que deben irse, a estudios o lo que sea, lejos de la familia.
Recuerdo el lamentable, muy lamentable caso de una joven de aquí, en Miami, estudiante lejos de su familia en otra Universidad. Desapareció. Acusaban a un instructor de deportes al que luego llevaron a juicio. He perdido los últimos detalles del caso.
Por supuesto, se dirá que yo vengo de otra época. Y es mucha verdad. Eran tiempos con menos velocidades. Los adolescentes y los jóvenes tenían menos libertades… pero estaban mejor cuidados.

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