La vencedora del tiempo: a sus 117 años, mujer hace de todo

La vencedora del tiempo: a sus 117 años, mujer hace de todo

A sus 117 años, Natividad Martínez de la Cruz tiene un gran privilegio: ser una de las personas más viejas del mundo. Probablemente sea la segunda, pues según wikipedia.org, solo es superada por la italiana Emma Morano Martinuzzi, quien ha vivido 117 años y 39 días.
Sin embargo, la dominicana supera a la jamaiquina Violet Brown (116 años y 33 días) y a la japonesa Nabi Tajima (116 años y 156 días).
Nacida en Altamira, Puerto Plata, el 4 de enero del año 1900, doña Natividad cumplió 117 años el pasado miércoles. Así lo consigna su Cédula de Identidad y Electoral.
Vive actualmente en El Reventón, distrito municipal de La Victoria, junto a su hija Cipriana, nietas, biznietas y yerno. El ambiente es campestre, como aquel en que se crió: un rancho, animales (perros, cerdos, gansos), conuco y árboles.
Debajo de un cerezo, doña Natividad recorre su vida, destapa su memoria y sonríe agradecida.
Si los recuerdos se atropellan en su mente, también se confunden en la telaraña del tiempo. Sin embargo, su hija Cipriana aclara cosas y fija episodios de tan larga vida.
Martínez de la Cruz recuerda a sus padres: Marcelino Martínez y Bernardina de la Cruz. Él, de tez morena y pelo hirsuto; ella, de origen español, blanca, nariz aguileña, alta y de pelo largo.
Analfabeta, creció en un conuco: “Yo siempre piqué tierra”.
Atribuye su longeva existencia a la voluntad de Dios. “Yo pongo a Dios primero y Él que ponga lo que quiera”, dice.
Reconoce su destino, que es el de todos: morir. “Yo sé que tengo que morirme, pero a Dios que me lleve, a Dios que me lleve”, exclama.
Esta veterana del tiempo hace todo lo que cualquier otra mujer hace: caminar, cantar, barrer el patio, echar huevos en un olla. Le faltan pocos dientes y escucha y habla bien.
Y lo más importante: no padece enfermedad alguna. Su único achaque son los dolores corporales que sufre, mientras un té de romero con yerbabuena le controla los nervios.
Esa infusión ha sido milagrosa: se la recomendó su hermano Otilio Martínez de la Cruz, para que corrigiera los síntomas de epilepsia que presentaba hace muchos años.
No ha sido la única centenaria de su familia. En efecto, su madre y su hermano Otilio murieron cada uno de 115 años. Según Cipriana, su tío Otilio era curandero y recetaba infusiones, brebajes y otras medicinas para diversas enfermedades.
Doña Natividad lleva una vida frugal y campestre. A veces se levanta a media mañana, otras pasado el mediodía. Se acuesta cerca de las 11:00 de la noche y come de todo: arroz, habichuelas, huevos, carnes, víveres. Le encanta la leche.
De sus cinco hijos, cuatro aún viven: Cipriana, Donasiano, Anasario y Cristina Silverio Martínez. Su hija Anasaria murió hace unos años.
Sus consejos son cápsulas de sabiduría: “No mire lo que otro tenga y algún día venga a darme las gracias; yo quiero estar donde no haya”.

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