POR LUIS H. ARTHUR S.
Cuando era niño y la sanidad corporal mandaba purgarnos dos veces al año con aceite de higueretas (ricino no refinado), nos querían convencer que ese par de cucharadas de aceite sabía a ambrosia, algo así como a mango Banilejo. Como no cedíamos, una llave a lo Jack Veneno nos reducía a la impotencia, nos tapaban la nariz y cuando maniatados abríamos la boca para respirar, la veloz cuchara entraba hasta la garganta, Podíamos oír la campanita sonar una, dos veces….Traga, traga, nos repetían. Y cuidado si vomitábamos, pues la receta se repetía. Para rematar, venía como burla la clásica frase: «viste que no sabe a nada…? ¡Ahora tómate este juguito!». Cuando se les ocurría mezclar el aceite con café o jugo de naranjas, aquello era peor, pues el aceite flotaba y los tragos se multiplicaban. De una u otra forma una hora después, la casita del patio, con su mal olor, sus hormiguitas jibijoa y su asiento de tablas con juntas pellizconas, era nuestro albergue preferido…!.Ah! ¡Qué felicidad! Las hojas del periódico La Nación colgaban de un clavito, y ahí mismo se producía en exceso la sucia venganza diaria contra el querido y respetado «jefe» y todo el que saliera retratado en tan señeras hojas.
Luego que crecimos y aun ahora de viejos, tratan a diario de convencernos de tantas cosas, como por ejemplo que el CAFTA-RD es bueno, que nos va a traer la felicidad y el progreso anhelado. Que va a ser una maravilla. Y sin que podamos hacer nada, la receta de la niñez se repite, se impone y tenemos que tragar, con la pena que no existan rollos de papel sanitarios con las preclaras efigies de los funcionarios de turno en que dar escape a nuestra frustraciones e impotencias. Creo que quien comercialice la idea e imprima en cada cuadrito las fotos de campaña, va a hacer buen negocio y a traer salud mental.
Este CAFTA-RD, va a obligar al gobierno a quitar, o como se dice ahora más finamente, «desmontar» algunos impuestos que el gobierno tiene para junto a otros, poder llegar al monto estimado de ingresos de modo de cumplir con los compromisos de gastos de la Nación plasmados en la Ley de Presupuesto Anual del Estado.
Los funcionarios se rasgan las vestiduras, se desgañitan diciendo que hay que buscar fuentes nuevas para recaudar el monto perdido. Se olvidaron de sus discursos de campaña. Los «ingleses» que nos intervienen y ayudan a maniatarnos, urgen para que sus prestamos no sufran el mínimo riesgo.
Yo, neófito en la materia, no entiendo bien, y sin poder emplear más que la única neurona que me queda libre luego de usar la otra para respirar ya que no masco chicle, opino de la siguiente manera:
1 – Cada impuesto tiene un comportamiento histórico, esto es recauda una cifra anual conocida.
2 – El gobierno, con los ingresos provenientes de todos los impuestos sumados, obtiene la cifra necesaria y suficiente para la operación del Estado.
3 – A nadie le gusta pagar impuestos, y menos cuando ve que son mal usados, dilapidados y peor aun, robados, sin que retorne al pueblo la mayoría de ellos en servicios comunitarios, por lo que los organismos recaudadores tienen que hacer un trabajo tenaz para sacarles de los bolsillos a cada contribuyente la parte que por ley le corresponde pagar, entre pataleos y maldiciones. Es función del Estado el cobro eficiente y universal de los impuestos.
4 – Entiendo que cuando las recaudaciones cubran el presupuesto, lo extra, sobretodo si es mucho, se convierte en un agobio para el pueblo y una injusticia a la nación, pues ese dinero, en manos de sus dueños, tiene vocación de producir riqueza y de multiplicarse, mientras que en manos del gobierno no.
5 – Ahora oímos que la DGII, que anda «por la goma» usando las llaves de los «rudos», tiene casi un 50% de sobre recaudación. Aduanas dice que anda por un 35%.
6 – Esa exitosa labor, que algunos tildan de cuasi confiscatoria, nos indica que basta con mejorar los mecanismos de cobro de los impuestos existentes, para lograr recaudaciones que sobrepasen por mucho la cifra de los «desmontados» por el CAFTA-RD.
7 – Por tanto, no hay por que andar buscando más impuestos nuevos ni alzas de tasas a los existentes.
No sería ni justo ni moral argumentar que lo recaudado en exceso, por una mejor labor fiscalizadora, que evita que tantos evadan sus obligaciones, es dinero propio y que no compensa lo perdido en otros impuestos.
Los que hemos trabajado en ventas sabemos que un producto cae y otro sube y lo importante es al final, llegar al monto presupuestado, y no pensar que el exceso de una partida es mío y el faltante de otra hay que buscarlo.
Si pretenden sacarnos más del dinero que crea riquezas, podría pasarnos como al burro aquel, que después que su dueño, racionándole el alimento vital día a día, lo tenía ya acostumbrado a no comer, se murió….!
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