La verdadera vocación presidencial

La verdadera vocación presidencial

FIDELIO DESPRADEL
Sólo el señor Presidente y sus funcionarios creen aquello de la excelente marcha de la economía. Pero viene al caso que apoyándose en ese supuesto, el Presidente anunció al país, cuan mecías repartiendo los panes, una reducción de impuestos y una amnistía fiscal: anunció una disminución del impuesto a las bebidas alcohólicas y al tabaco, reducción del impuesto sobre la renta a personas y empresas y una amnistía fiscal del 2006 para atrás.

Fue como si el señor Presidente dijera: “Como la economía está muy bien, el gobierno se sacrifica y reduce los odiosos impuestos” ¡Demagogia. Engaño a las mayorías!

Hagámosno esta pregunta: Si el gobierno estaba dispuesto a sacrificar una parte de lo que le saca de las costillas a la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas del país, ¿Por qué no rebajó el impuesto a los combustibles y al ITBIS, que son dos de los impuestos indirectos que más inciden en el valor de la canasta familiar y en la vida cotidiana del grueso de las familias dominicanas? ¿Por qué?

Si el Presidente reducía estos dos impuestos indirectos (que son los que pagamos, ricos y pobres, por igual) el gobierno hubiera mejorado, aunque sea en un ápice, la calamitosa situación de las grandes mayorías. Pero al bajar el impuesto sobre la renta (uno de los pocos impuestos directos) en un 25% a personas y empresas, y al decretar una amnistía fiscal, el gobierno del doctor Fernández demuestra, nueva vez, su visión regresiva en la cuestión de los impuestos y su alejamiento de las responsabilidades de un Estado y Gobierno serio ante el país y su pueblo. Con estas medidas demuestra el Presidente su complaciente inclinación para con las elites económicas y sociales, y su interés de tener de su lado a los barones de las finanzas y las empresas oligopólicas del país.

Y demuestra también su persistente inclinación hacia la demagogia política, y la teatralidad de su discurso. Pero una cuestión que agrava el contenido de la última medida presidencial es que además de esta clara inclinación hacia las elites y su alejamiento de toda política estatal redistributiva, no es verdad que el gobierno va a sacrificar sus entradas por la vía de los impuestos. ¿Por qué digo esto? Porque lo que el gobierno va a dejar de percibir por la reducción del impuesto sobre la renta lo va a compensar con la amnistía fiscal que va a inclinar a muchos morosos a ponerse al día con sus impuestos del 2006, aumentando así el flujo de efectivo por la vía del impuesto sobre la renta. Y además, lo que pierda con la reducción de los impuestos a las bebidas y al tabaco, se va a compensar, en parte, por el aumento del consumo (y por tanto del monto bruto de los impuestos) debido a una reducción del precio de los cigarrillos, ron, cerveza y demás bebidas alcohólicas.

El discurso presidencial no dijo nada nuevo y nada bueno para la Nación. Estamos ante un gobierno cuyo modelo económico, político y social es el mismo que nos han impuesto las elites económicas desde 1966, y que las cúpulas de los tres partidos que han monopolizado la vida política del país han garantizado su producción y reproducción. Y estamos ante un gobierno totalmente alejado de lo que requiere la República Dominicana de hoy, donde lo principal es recuperar el Estado para la Nación; para la reorganización del aparato productivo; para un crecimiento con justicia social y una economía auto expansiva.

Todas las medidas que provienen de las distintas instancias del gobierno y el Estado; todas las medidas sectoriales, en estos gobiernos que se ha gastado el país en los últimos 40 años, tienden a debilitar el Estado y a despojarlo de su función fundamental como lo es el de garantizar el desarrollo del aparato productivo, impulsar la distribución equitativa de la Renta Nacional y todas las medidas que nos consoliden como nación.

Los gobiernos dirigidos por las elites de los tres partidos que monopolizan la vida política del país han estado al servicio de la destrucción de la nación dominicana ; de despojar al Estado de sus funciones fundamentales, propiciando políticas que nos imponen desde fuera y desde las elites financieras y los sectores oligopólicos del país.

Y el dinero que el actual gobierno le ha sacado de las costillas a los contribuyentes a través de tres paquetazos fiscales son dineros para la demagogia política; para la profundización del camino que nos está conduciendo al despeñadero y dinero para pervertir la conciencia ciudadana, mediante el clientelismo más vulgar.

Pero resulta que el Presidente no engaña a nadie. La mayoría de las gentes sabe lo que yo estoy diciendo en este trabajo. Lo que falta es que esa gente se decida a construir una oposición política verdaderamente alternativa; que no signifique “más de lo mismo”, como pasa hoy con la oposición.

Cuando así sea, la demagogia y el encantamiento verbal, que tanto resultado le ha reportado al señor Presidente, se le volverá “sal y agua”. ¡Y otra campana empezará a tocar en el país!.

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