La vida: cosas que hay que saber

La vida: cosas que hay que saber

JOSÉ LOIS MALKUN
La historia esta llena de especulaciones, supuestos, fechas imprecisas, deducciones incorrectas, dramatismo y de muchas mentiras. Hay que leerla con cuidado y tomar las precauciones necesarias para no caer en el dogmatismo. Cultivarse con cierto escepticismo ayuda a entender mejor las cosas del pasado. El Internet provee esas facilidades.

La historia de la Navidad no se escapa a esas imprecisiones, o a veces presunciones que hacen los historiadores, incluyendo los libros sagrados.

Lo que se sabe actualmente es que la Navidad es una de las fechas más importante del cristianismo, junto a las pascuas y Pentecostés. Es la fecha que celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén y aceptada por Las Iglesias Católica, Anglicana, Ortodoxa Rumana y la mayoría de las Iglesias Protestantes.

 



El origen de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, se ubica en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio de invierno muchas fiestas relacionadas al Dios del Sol, llamado de diferentes formas por romanos, griegos, persas, etc. Muchos creían que el Dios del Sol había nacido el 25 de diciembre.

Los germanos y nórdicos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Fray, Dios del Sol Naciente, la Lluvia y la Felicidad. Para esas fiestas adornaban un árbol perenne o Árbol del Universo, lo que posteriormente se convirtió en el árbol de Navidad cuando los cristianos llegaron al norte de Europa.

La evidencia mas temprana de la Navidad como fiesta cristiana, se ubica en Alejandría en el año 200 de nuestra era, cuando Clemente de Alejandría señala que los teólogos y eruditos egipcios asignan el 25 de diciembre como la fecha real del nacimiento de Jesucristo aunque hay 20 mil versiones sobre el tema. El Papa Julio I, pidió en el año 350 que en dicha fecha se celebrara el nacimiento de Jesucristo lo que fue oficialmente Decretado por el Papa Liberio en el año 354.

La adopción del 25 de diciembre para celebrar las fiestas navideñas, parece tener su origen en Antioquía (Turquía) probablemente en el año 386, donde Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla y uno de los grandes doctores de la Iglesia, promovió en la comunidad la celebración del nacimiento de Cristo. Otros afirman que esta celebración fue adoptada en el siglo cuarto por el Emperador Romano, Constantino, convertido al cristianismo.

Durante la Reforma Protestante, la celebración del Nacimiento de Cristo fue prohibida por muchas de sus Iglesias, debido a su relación con el Catolicismo. No obstante, hoy la mayoría de esas Iglesias Protestante celebra el 25 de diciembre el nacimiento de Jesucristo.

Otras Iglesias, como las orientales y la Armenia, que no aceptaron el calendario propuesto por el Papa Gregorio XIII, celebran la Navidad en otras fechas, como el 7 de enero. Los Testigos de Jehová, por su parte, no la reconocen, por entender que no hay pruebas convincentes del día exacto del nacimiento de Jesucristo.

Hoy, la celebración de la Navidad olvida mucho de eso, como olvida también su origen cristiano y su profundo significado histórico y religioso. Pero esa fecha es quizás, el descubrimiento más importante jamás hecho por la industria y el comercio. Por el cine y la televisión. Por la música y los videos. Por el turismo y el transporte. Porque hasta los ateos son absorbidos por esa vorágine consumista y borrachera que invade a casi todos los hogares del mundo, cristianos o no.

Y el libre comercio se ha encargado también de insertar la Navidad en budistas y musulmanes, que hacen su agosto vendiendo millones de adornos, imágenes de Jesucristo y toda clase de símbolos cristianos. 

Son parte de la tradición Navideña, Papa Noel o Santa Claus, Los Reyes Magos y la Vieja Belén, los Villancicos y las Tarjetas, los belenes o nacimientos, los lechones y pavos, el famoso Árbol de Navidad y la Noche Buena. Pero los políticos del patio se inventaron una nueva tradición, que se ha convertido en la más importante de todas: las funditas. Y esta la reparten unos buitres con yippetas, que no se percatan de la tristeza y el sufrimiento que invade los rostros de la pobreza. Feliz Navidad a todos mis lectores.

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