La vida de ayer, hoy y mañana

La vida de ayer, hoy y mañana

POR FRANKLIN LITHGOW ORTEGA
Cuando éramos niños disfrutábamos de la belleza arrobadora de la campiña, el paisaje, y los ríos, cuan sencillos y humildes eran los seres humanos, cuanta pobreza digna nos acompañaba, los sueldos eran mínimos quizás hasta insuficientes y las carencias reflejaban una igualdad, cuyas diferencias estribaban en quien más sabía en la escuela, mas bateaba en el equipo de pelota o mejor peleaba a la salida de nuestra recordada escuela publica.

Nuestras humildes comunidades, carecían de energía eléctrica y de agua potable, la medicina que se practicaba era la de la prevención y el cuido para que la muerte doliera de manera mas leve. La expectativa de vida era de 40 años, tanto así que cuando se superaba esa edad se decía con asombro, ¡ese señor es un anciano, pasa de 40 años!

Con el adelanto, progreso y evolución de la humanidad también cambiaron nuestras comunidades, el primer cambio brusco que llegare a mi San Francisco del siglo pasado fue el agua potable y la energía eléctrica, dentro de los cambios, sobresalieron el descubrimiento de la sulfa y de la penicilina, además de los rayos-x, tomografía, medicinas curativas de todo tipo, computadores, internet, telecomunicaciones, el transporte terrestre y aéreo, lo que ha dado lugar a que todo mute y la humanidad se proyectara bajo un proceso gradual y lento en lo que hoy es el diario vivir, un mundo de violencia, sexo libre sin hipocresías ni convencionalismos, libertades al por mayor y detalle, profusión y creación de mercados de drogas que degradan al ser humano, comercio de la carne infantil y adultos, ansiedad moral, material y espiritual, ambiciones desmedidas, indiscriminadas, que conllevan a los peores crímenes, asesinatos, atracos, terrorismo político y económico, robos, corrupción, violación y estupro, así como falsificaciones de cualquier tipo de documento.

En la era de Trujillo, un régimen caracterizado por la dureza, el abuso y la carencia total de libertades, cuyo origen y permanencia fue producto de la montonera, el caos, la autodestrucción de los partidos, las revoluciones y contrarrevoluciones, las ambiciones individuales donde los problemas se resolvían con tiros y la imposición del terror, la divisa político-social de la época era la desregularizacion y desobediencia a la ley. El régimen de Trujillo a sangre, fuego, muerte y robo impuso la disciplina, creó instituciones, delimitó la frontera y construyó el concepto de Estado. La ambición de poder y riqueza lo llevó a poseer a él y su familia una fortuna enorme, integrada por industrias, propiedades rurales, agroindustrias, ganaderías, negocios de bienes raíces, etc. En ocasión de la desaparición del régimen, esa fortuna fue confiscada, y pasó a ser propiedad del Estado, llegando este a ser propietario del 80% de todos los bienes productivos de la República, lo que pudo ser la base para un desarrollo económico social bien articulado y progresista. Los políticos que le sucedieron permitieron el asalto y la depredación de esa fortuna, dando lugar a que todos esos bienes fueron redistribuidos y apropiados irregularmente entre pocas personas y familias. Prácticamente la fortuna del Estado Dominicano que debió pertenecer al pueblo en su disfrute, pasó a satisfacer ambiciones de corruptos, prevaricadores ó secuaces.

El Estado no es ni buen, ni mal administrador, es un ente abstracto, empero, la experiencia ha revelado que las designaciones en quienes se delega la responsabilidad de administrar, han recaído en la clientela política, por esto abogamos por la capitalización o la venta de todos los bienes productivos del Estado, con la certeza de que los únicos beneficiados será el pueblo dominicano. Los problemas de la energía eléctrica no se debieron a la capitalización sino a la concusión y contubernio de funcionarios con las empresas contraparte del Estado.

Ese cuadro dantesco descrito, no ha sido suficiente para aniquilar la belleza de convivir en sociedad y las virtudes excelsas que adornan a los dominicanos. Evoquemos por un momento cuantas veces hemos reído en la vida, cuanto hemos admirado el éxito de las causas buenas, cuantas instituciones para servir a los demás surgen diariamente, miremos con emoción que nuestros deberes de padre o de hijo están cada dia mas acendrados, observemos que elevado tenemos la gran mayoría el sentimiento de la amistad, ponderemos como únicamente delinque frente a la ley y los hombres una minoría, y cuanto amamos la libertad y la democracia, por la que hemos luchado cruentamente, mas que cualquier otro país del hemisferio.

Así transcurrió la vida de ayer, pero hoy disfrutamos de libertades, nuestro analfabetismo con respecto al pasado se ha disminuido y tenemos mas acceso al conocimiento, nuestras expectativas de vida está en 67 años, todos sin excepción si miramos hacia atrás y se contempla el presente encontraremos que hoy vivimos mejor que ayer, pero seguimos afirmando que los tiempos pasados son mejores.

De nuevo los políticos y su clientela han creado una crisis atroz, para enfrentarla hemos elegido un nuevo Presidente de la República, el Dr. Leonel Fernández Reyna, sobre sus hombres recaerá desde el 16 de agosto próximo todo el peso de la historia ó se convierte en luchador triunfador sobre la tempestad de obligaciones que afrontará, convirtiendo la crisis en realizaciones positivas de desarrollo público, sin oír a politiqueros y empresarios ausentes del buen quehacer normal, ó sigue el curso de los tiempos que él hereda, para que terminemos en menesterosos profesionales. El momento estelar que él vivirá y asumirá, sumado a la sensibilidad que le atribuimos, corresponde con su patriotismo, inteligencia, capacidad de trabajo, y responsabilidad frente a la historia y su pueblo, por eso confiamos en él y lo respaldaremos.

Estamos optimistas, las crisis no son permanentes, lo único eterno es Dios y los pueblos, no hay acontecimiento por agobiante que sea que no pase, pensemos nada mas en el dolor y la pena que genera la muerte de un hijo o de un padre, y recordemos un pensamiento de un economista norteamericano ganador del Premio Nóbel de economía: Lo importante es dictar políticas económicas o de cualquier naturaleza y veremos que bien administrados sus resultados serán positivos. ¡Adelante Presidente Fernández, a trabajar por el país! Nunca oiga las voces de los intereses creados.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas