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Habitar en un espacio muy similar a las casas tradicionales, pero con un precio mucho menor, es una de las oportunidades que ofrece el reciclaje, al presentarnos casas construídas a partir de contenedores, tan habitables como cualquier otra y con un sello muy particular.
Esta idea surge como una respuesta ecológica y económica a la necesidad de vivienda, aunque no es una tarea tan sencilla. Es un proyecto que requiere la intervención de expertos en arquitectura e ingeniería para sacar el mejor partido al furgón y no terminar viviendo en una caja.
El envío de contenedores vacíos a su lugar de origen es alto, por lo que muchos quedan sin utilizar en puertos. El interés por aprovechar esta materia y no dejarla “contaminando” espacios hizo surgir la idea de las “container house”, que también son una gran solución en tiempo de catástrofes o superpoblación.
Alrededor del mundo encontramos varios ejemplos de proyectos habitables. La empresa Tempohousing, en Holanda, creó el proyecto Keetwonen: mil contenedores equipados con baño, cocina, dormitorio y sala de estudio con grandes ventanales, para alojar a jóvenes que lleguen a estudiar a Amsterdam. Otro ejemplo es el residencial Container City en Londres (foto inserta).
Los expertos en este tipo de construcciones han logrado resolver los principales problemas de las casas contenedores, encontrando incluso edificaciones como estas en ambientes agrestes, como la playa. La conducción de calor en el metal es una de las desventajas, para lo cual se usan aislantes como la lana de roca o el corcho reciclado.
La Furgovilla de Daniel Pons, en República Dominicana
La Furgovilla, un proyecto de casa-contenedor del arquitecto Daniel Pons, nos da referencia de la viabilidad y conveniencia de estas edificaciones.
La escasez de recursos para construir una vivienda tradicional dio inicio a esta ambiciosa y revolucionaria idea. En el solar de su propiedad, ubicado en Arroyo Hondo, Pons inició la idea con cuatro furgones que le fueron regalados por un compadre.
“La Furgovilla era mucho más pequeña que ahora, que tiene muchísimos anexos. Si comparas la Furgovilla original con esa misma vivienda con todos los materiales tradicionales, digamos que nos ahorramos el 60 % del presupuesto de una vivienda normal. Primero se hizo entera porque salía barato y aunque ahora puede verse lujosa, en su momento tenía más esencia de lugar reciclado, de algo económico”, narra Pons.
En ese entonces (1996), la construcción de esta casa supuso un gran reto para los profesionales involucrados, considerando que Internet apenas tenía dos años disponible en todo el mundo, ni asomo del gran recurso que significa hoy.
“Fue un experimento gigantesco, hace 16 años no se hablaba de reciclaje, ni de viviendas ecológicas, de todo lo que hoy en día está de moda; nosotros lo aplicamos prácticamente sin ninguna información externa”
Durante 16 años, la casa se ha mantenido en un proceso de constante transformación que responde a las necesidades de la familia, con la creación de área de juego, estudio, gimnasio y otros espacios.
Su ideólogo asegura que “cada vez funciona mejor” y recalca que los principales beneficios de estas casas son el costo, la flexibilidad para adecuar los espacios y la velocidad con que pueden ser terminadas. “Además de eso, los furgones son piezas interesantísimas y se les puede sacar mucho partido espacial sin mucha limitación estructural”.