La vida pueblerina

La vida pueblerina

Cuantas veces el tiempo me lo permite, recorro poblados o zonas del país, con la intención expresa de monitorear los cambios que pudieran registrarse.

La curiosidad me lleva a detener la mirada no solo sobre las transformaciones físicas de los pueblos, sino también “retratar” los progresos que en el orden social pudieran ocurrir.

En los primeros días del año volví a la región Norte y el Cibao, para evocar los gratos momentos de mi estada como “adoptivo”, al comenzar la década de los ochenta.

Debo confesar la impresión que me dejó el Hospital Metropolitano de Santiago, con su monumental y moderno edificio, y la excelente distribución de sus áreas de servicios.

La “Ciudad Corazón” conserva su vida bucólica durante las horas del día, y en las noches un hormiguero humano se congrega en los numerosos restaurantes y bares que llenan el área circundante del Monumento a los Héroes de la Restauración que, dicho sea de pasada, también luce regio tras su remodelación.

Se advierte una dinámica económica apreciable, a juzgar por la cantidad de negocios y centros comerciales, y una sorprendente organización del tránsito urbano.

La vida pueblerina tiene enormes encantos, sobre todo por el decente comportamiento de su gente, su entrega al trabajo y su insuperable amabilidad.

Dicen que “Santiago es Santiago”. Lo confirmo.

El periplo incluyó una visita a la comunidad serrana de Jánico, que tiene en Estados Unidos una numerosa y antigua colonia. Una laboriosa población que se caracteriza por no perder el contacto con su pasado.

¡Hay que conocer primero el país!

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