No pocos certámenes de arte carecen de unidad y trascendencia de conjunto en las obras seleccionadas, y un comentario crítico global no se justifica, salvo decir que sus resultados son mediocres, cuestionables o buenos En el caso del XXIV Concurso Eduardo León Jimenes, la coherencia de los discursos artísticos y de las decisiones del jurado, tanto para los admitidos como de los premiados, requería una apreciación global la hicimos, y ahora queremos subrayar las cualidades y/o la importancia de algunas obras en particular, las cuales, en nuestra opinión, pueden permanecer en la historia del concurso, como sucedió con el Premio de pintura de Paul Giudicelli en 1964 y el primer concurso.
Desde que se accede a la sala de exposiciones del Centro León, la premiada participación de Carlos de León sobrecoge la mirada. Especialmente su cuadro Te amo, dos palabritas escritas con balas áureas sobre tabla inmaculada, de una pulcritud extraordinaria, de un valor alegórico. No solamente se refiere a una experiencia de tipo personal, sino a crímenes que se cometen en nuestra sociedad, la perfección factural hace más punzante el mensaje, la obra no deja al visitante indiferente ni indemne
El mismo fenómeno de ósmosis sucede con Cabeza, 2performance y video de David Pérez Karmadavis, siempre dueño de una postura radical y hondamente humanista. Él sigue totalmente fiel a un planteamiento ¿obsesivo? de solidaridad con las discapacidades. A estos lisiados les faltan brazos; sin embargo, amarrándose y uniendo sus impedimentos, se logra alimentar al más lesionado. Hay guión, hay asombrosa actuación. La secuencia de imágenes es altamente simbólica, dramáticamente esperanzadora, portadora aun de un humor rechinante. El artista no quiere seducir, él golpea desde los dolores ajenos, y lo (re)sentimos.
La lectura cambia y se prolonga en la premiada acción/ performance/ terapia de Sayuri Guzmán, de éxito fulgurante en una categoría difícil desde que ella empezó. Hoy, en sus Penitencias, ella recurre a sesiones de análisis introspectiva como las necesita un futuro sicoanalista. La memoria desfila las vivencias fluyen. Sayuri es valiente, atrevida, emocional y emocionante. Retornaremos hacia su trabajo, tan extenso que apenas se ha concluido.
Es evidente que aquí la contemplación y receptividad acostumbrada ante una obra de arte no basta, requiriendo tiempo y reflexión.
Ahora bien, la categoría de Pintura, en principio más convencional, también provoca una reacción compleja, relacionada con distintos problemas de la sociedad dominicana como de otras.
Los artistas integran a sus pinturas, todas dentro de un léxico increíblemente preciso y rico en detalles, un poder de evocación comunitaria, de confrontación circundante, hasta de desventuras ancestrales.
Nos referimos particularmente a los cuadros y escenas de Hulda Guzmán, un valor precoz de nuestra plástica y en ascendencia constante. Ya no demuestra solo su cultura pictórica sino que se apropia de su singular estilo para afirmar y denunciar: no son libelos, sino miniaturas testimoniales de gran tamaño
Aunque menos seductor que la premiada Fiesta en el batey, nos atrae especialmente Wanted, dramática expresión, en pinceladas y en palabras, de la actualidad. El comic no anda muy lejos.
Citially Miranda es otro talento joven dominicano de gran porvenir abierto. Sus dos participaciones tienen una agudeza formidable, los estampados casi escripturales volviéndose herramientas de la condición humana y su patetismo. En la estremecedora Coquetona, los diseños se convierten en llagas de la ancianidad, mientras, en el políptico, los signos cubren a rostros y cuerpos, cuales una enfermedad invasiva, ¿mal misterioso o disfraz social ineludible? El dibujo sigue exquisito y construido en su barroquismo.
Para nosotros, Yoel Bordas (Premio) es una revelación. Sus pinturas, de un oficio y un perfeccionismo admirables, ponen de manifiesto el paraíso perdido, con flora y fauna de millones de años, enfrentados con despojos de nuestra modernidad. La advertencia está plasmada
Falta todavía mucho por escribir: el XXIV Concurso de Arte Eduardo León Jimenes ha superado los parámetros corrientes de las bienales.
La frase
Sayuri Guzmán
No tengo miedo de exponer mi vida.