Es muy poco lo reseñado de la vida social de Jesús de Nazaret. Sobre el profeta se ha escrito mucho; mas, muy poco sobre sus relaciones o condición de mutualidad familiar y comunitaria que nosotros hoy consideramos como sociabilidad.
Los temas y enfoques del Mesías abarcan las múltiples facetas de su existencia. Hay artículos, reflexiones, folletos, tratados teológicos, libros, películas y otras formas de relato del Hijo de Dios y Salvador del mundo; sin embargo, éstas no detallan o abundan sobre su vida social.
Hay ponderaciones que dan notas de la pre-existencia del Verbo hecho carne, (el Logo de la Encarnación ), la vida terrenal desde la anunciación hasta su muerte, su resurrección y su ascensión. Todas estas narrativas de las incidencias de sus extraordinarios milagros, su ministerio y efecto de su presencia, enseñanza y testimonio, están en los cuatro evangelios, las epístolas, el Libro de los Hechos y el Apocalipsis.
Además de lo arriba señalado, mucho se ha expresado del lugar que ocupa Jesucristo como persona en relación de la fe en la Santísima Trinidad , y sobreabunda material acerca de la expectativa de su segunda venida al mundo.
A continuación se citan algunas ocasiones que pueden ser consideradas como acto festivo, momentos de camaradería, oportunidad de familiaridad, tiempo de relajamiento, momentos libres de presiones, u ocasiones sociales.
El profeta fue convidado para disfrutar y participar en bodas, banquetes o de recibir gestos de agradecimiento en casa de potentados y amigos.
Como sucede con las personalidades, Jesús el Maestro y profeta, fue criticado por sus adversarios, diciendo que: Come y bebe es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. (San Mateo 11:19).
La primera señal milagrosa de Jesús fue en Caná de Galilea. El joven profeta fue acompañado de su madre y sus discípulos, quienes participaron en ese evento social y donde el novel predicador convirtió el agua en vino de seis (6) tinajas de cincuenta (50) a setenta (70) litros cada una. (San Juan 2:1-12).
El Hijo de Dios, el aclamado Mesías del pueblo hebreo, se congració con hombres y mujeres de cuestionada reputación, hizo favores a personas de otras razas y nacionalidades, compartió con importantes fariseos entre los judíos, alentó los niños a acercarse a Él, fue admirado y acompañado de gente de todas clases y condiciones.
Entre los seguidores del profeta de Galilea habían pescadores, recolectores de impuestos del Imperio Romano y celotes fanáticos. En fin, hizo vida común y social con grupos de personas de todos los peldaños de la sociedad, puso atención y trató con sujetos de todas las tendencias religiosas y nacionalistas de ese entorno en Palestina.
El predicador, maestro y milagroso profeta, fue el más adelantado personaje social de su pueblo, de los personajes religiosos de su época. Durante dos milenios Él es el mejor ejemplo que ha tenido y tiene el pueblo cristiano y las personas de buena voluntad.