El 8 de marzo de cada año se dedica a la prédica de la violencia contra la mujer. Esta se expresa en las huellas físicas y las latentes que muestran muchas mujeres maltratadas por sus esposos, sus compañeros de vida, muchos de los cuales repiten una cultura de violencia que viene en  sus genes, ya sea porque la vieron en sus hogares o en el entorno que le rodeó desde la  niñez.

La discriminación a la mujer es una razón que desde el siglo pasado ha hecho reaccionar a las pensantes, a tal extremo que ya ninguna sociedad deja de reconocer el potencial de la mujer para encarar acciones antes señaladas solo para los hombres y desde donde la mujer ha salido airosa.

Muchos puestos son ya casi ya para las mujeres, la cual ha desplazado por varias razones al varón que lo ocupaba. Hay que ver cómo sociedades enteras han apoyado a mujeres para primeras ministras, para presidentas y sobre todo la proyección futura de la mujer al estar llenas de ellas la mayoría  de las carreras universitarias.

Don Juan Bosch decía con mucho acierto: la mujer es la mitad de la humanidad y pare la otra mitad. Cuánta sabiduría en ese cerebro privilegiado de cuyos pensamientos disfrutamos los dominicanos, y más los que tuvimos la dicha de conocerle.

Pese a estos logros, en nuestro país esa violencia y desconocimientos de los valores y aportes de las mujeres, se mantiene.

La  discriminación, en algunos casos solapada contra la mujer, ha llegado a extremos, donde se conspira y se traman cosas hasta novelesca. Sin piedad, en el plano profesional hay hombres que actúan tras bastidores para hacerles daño a mujeres que trabajan, no importa si son viejas o jóvenes, pero están ahí, enmascarados de “sabios” tramando el ejercicio opresor.

En el campo profesional es terrible; una se encuentra con hombres que simplemente no quieren ceder el paso a las mujeres, más si son jóvenes. En vez de ayudar en la preparación del relevo, se empecinan en apostar al fracaso y hacen maldades gratuitamente para socavar el trabajo que realizan.

Ejemplo los tenemos a diario; la envidia, la traición, el egoísmo, el descalificativo no dar la cara, chismear ya no son cosas de mujeres, son  de “hombres” y se encuentran en todos los frentes, como cobardes al acecho de una presa aparentemente indefensa, pero todo porque en el plano profesional le hacen sombra y eso un macho no lo perdona fácilmente.

La persecución sexual, profesional, la maldad en general son formas de violencia a las que la mujer esta expuesta hoy día. Ya no son solos las bofetadas, ahora existe una nueva forma de maltrato la cual se practica en todas las áreas del quehacer humano.

Si se es una profesional exitosa, siempre hay un “hombre” detrás descalificándola.

Pero en general, la mujer ha ganado espacios y debemos afirmar con toda seguridad que existen muchos hombres dignos que la han ayudado a transitar, a llegar al lugar donde están como los pintores dominicanos, que expresan en sus lienzos el drama de la violencia contra la mujer desde una mirada crítica. Así esta expresado en la exposición que abrió el Despacho de la Primera Dama y la Fiscalía del Distrito Nacional la mañana del jueves en el salón verde del Palacio Nacional.