La violencia de género y acoso sexual

La violencia de género y  acoso sexual

Según me expresaba mi difunta madre ante los hechos insólitos que se estaban sucediendo, tales como el incesto; sumisión de los padres obligando a hijos a realizar actos sexuales indecorosos, sobre todo con menores; el matrimonio entre personas del mismo género y asesinatos entre padres, hijos y relacionados, que según su percepción de lo que leía en la Biblia, el fin del mundo estaba próximo. Aunque creía un poco drástico su razonamiento, nunca le rebatí; sin embargo, después de su muerte hace tres lustros, las coyunturas han ido “in crescendo”.
En la actualidad, lo que antes era inimaginable que sucediese en sociedad, como es el matrimonio entre personas de un mismo género, se ha puesto de moda. Asimismo, acusar a otras personas de que en alguna oportunidad o circunstancia –sobre todo si el individuo tenía hegemonía sobe la otra– de haber tratado de abusarla sexualmente o haberle hecho proposiciones o insinuaciones deshonestas, sin importar el tiempo transcurrido. Entonces, se les lleva ante los tribunales para pedir una indemnización pecuniaria por el daño moral causado. Lo inverosímil es, que al parecer esos hechos no prescriben.
Es una verdad de Perogrullo, que cada día que transcurre, los militantes en las corrientes sexuales denominados LGTB (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales), se han salido abiertamente del clóset en el que se escudaban y ya no esconden sus preferencias sexuales. Es más, ahora ha aparecido una nueva modalidad bajo las siglas de LGBTIQ. ¿Cuál es el significado de las dos letras nuevas? La “I” se refiere a los intersexuales, que anteriormente se denominaban hermafroditas; y la “Q”, es por “queer”, palabra de extracción inglesa, la cual tiene múltiples significados.
La especialista Alexandra Hernández Muro, psicóloga de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, al calificar el término “queer” lo define como que el mismo: “Significa rechazar las clasificaciones por género o por prácticas sexuales; es decir, vivir sin etiquetas y empezar a vernos como personas. Todas las categorías (heterosexual, homosexual, transgénero, bisexual) simbolizan estructuras que, de alguna manera, limitan la expresión de la diversidad sexual”.
Las demandas se presentan sobre todo en actores, especialmente los de cine, directores cinematográficos, entrenadores de equipos deportivos, religiosos pederastas, políticos y líderes de comunidades; así como, de menores que han sido encomendados a parientes o instituciones escolares. En fin, pudiéramos poner más ejemplos pero creemos que estos son suficientes.
Ahora, es muy peligroso utilizar la galantería que antiguamente se denominaba “piropo”, porque los autores son susceptibles de ser enjuiciados por acoso sexual. Esto, a nuestro parecer se puede tornar sumamente negativo, ya que los jóvenes estarán renuentes a iniciar cualquier requiebro amoroso por tener la espada de Damocles sobre sus cabezas.
A mí me sucedió algo similar, pero en un país en donde “se las traen y se las toman”. Mi ahijada que está casada con un súbdito de los Emiratos Árabes y vive en Abu Dabi, la capital, en una ocasión que regresaba de un encuentro cacaotero en Malasia, me invitó a pasar unos días en su residencia. Mi primer chasco fue cuando me invitaron a una cafetería al aire libre y cuando el camarero me preguntó: ¿Qué va a tomar?, cuando le dije “una cerveza”, en un santiamén tenía todas las miradas sobre mí. Su esposo me dijo: en nuestro país no se toma licor en público.
Al otro día de mi llegada le dije que quería ir al “SkyMall” en Dubái, un lugar en donde en pleno desierto, el dinero ha hecho posible que se estableciera una estación para esquiar. El esposo me advirtió, vas a ver muchas mujeres bonitas, algunas con burkas pero otras solamente con el hiyab, por ninguna circunstancia se te ocurra sin conocerlas, hablarle directamente y menos tratar de tocarlas, ya que si te acusan ante la policía, puedes pasar fácilmente tres meses en la cárcel. Entonces me puse a cavilar y deduje, por eso es que en estos países árabes hay tantos “extraviados” de un género o del otro. Lo más sorprendente fue que noté, que mi ahijada, médica ginecóloga graduada en los Estados Unidos de América y además la que atendía a los hijos del Sheiq, tenía que portar una burka negra que solo se le veían los ojos para entrar al Palacio y tenía que caminar detrás del marido y tampoco podía conducir su vehículo. Ahí deduje como se dice en nuestro país: “Eso se llama amor del negrito”.

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