La violencia en la sociedad dominicana

<P>La violencia en la sociedad dominicana</P>

El abogado y político  Pelegrín Castillo, la antropóloga cultural Tahira Vargas y la directora ejecutiva de Profamilia, Magaly Caram, ofrecen sus pareceres, a petición de este diario, sobre la violencia  en el país, a propósito del encuentro que sostendrá una  comisión senatorial con los jefes de la PN y la DNCD.

A propósito de la comparecencia que harán hoy el jefe de la Policía, mayor general José Armando Polanco, y el presidente de la DNCD, mayor general Rolando Rosado Mateo, en el Senado de la República, el periódico Hoy consultó a la antropóloga cultural Tahira Vargas, la directora de Profamilia, Magaly Caram, y el diputado Pelegrín Castillo para que den  una visión amplia acerca del problema y cómo puede solucionarse.

¿A qué atribuye usted la violencia que afecta a la sociedad dominicana?

Varios factores inciden en la presencia de la violencia en nuestra sociedad, algunos de estos son:

1La violencia es la forma de resolución de conflictos y de corrección de conductas en el hogar, la escuela, la convivencia cotidiana. En la sociedad dominicana se utiliza la violencia física, verbal y psicológica para el manejo de conflictos en la cotidianidad, las relaciones de padres-hijos se forjan en la violencia, la violencia de género en el hogar está presente por una asunción de la masculinidad de forma violenta, en la escuela los maestros le pegan a los estudiantes para corregir sus conductas. Es una sociedad que se forja en la violencia en todos sus ámbitos.

2El ejercicio del poder a través de la violencia en los estamentos políticos y organismos de seguridad. El uso de la violencia por parte de la Policía Nacional, la DNCD y los AMET se convierten en un modelaje social de la violencia como único mecanismo para frenar la delincuencia  y de intervención ante la violación de las leyes.

3La inseguridad ciudadana que genera a su vez el incremento del uso-tenencia de armas. El incremento de la delincuencia y la poca eficacia de los organismos de seguridad y del Estado mismo para erradicar la delincuencia ha generado un clima de inseguridad que incrementa la violencia porque hay cada vez un mayor porte de armas en la población civil. El uso de armas en la vida cotidiana aumenta la violencia y el miedo.

4Poca confianza y credibilidad en el sistema judicial y los organismos de seguridad. La continua inseguridad ciudadana está acompañada de poca credibilidad en los organismos encargados de la justicia, lo que incrementa la actitud de “tomar la justicia por sus propias manos” y, por tanto, se han incrementado los linchamientos como expresión de ello. Los linchamientos, a su vez, se alimentan del modelaje implantado por los organismos policiales de uso de la violencia o ejecuciones extrajudiciales ocultadas bajo el nombre de “intercambios de disparos”.

5Construcción de la masculinidad a base de la violencia. Los hombres en la sociedad dominicana aprenden a ser “machos” u “hombres” con las peleas entre pares en la vecindad, el barrio, la escuela y la familia. El uso de la fuerza y la violencia ha convertido a los hombres en seres “agresores” contra su familia y contra las personas de su entorno. De ahí el uso continuo de armas blancas y de fuego para fortalecer su imagen viril “agresora”.

1Las raíces de la  violencia están estrechamente vinculadas a las estructuras de poder, al control económico, político, social que ejerce un grupo, generalmente minoritario,  sobre otro.

La situación de inequidad que vive la sociedad dominicana favorece y estimula la existencia de la violencia en el país. Una minoría detenta el poder económico frente a una gran mayoría que vive en condiciones de pobreza, de pobreza crítica y que tiene que recurrir a  estrategias diversas  para sobrevivir.

El acceso a los medios de producción, al control de los bienes y servicios que la sociedad genera está en manos de una minoría frente a una mayoría que carece de ellos.

Esa inequidad no es única de República Domincana. América Latina está considerado el continente de la desigualdad. ¿Contribuye esa desigualdad a generar la violencia social que exhibimos hoy?

2El poder político ha estado en los últimos 50 años en manos  de tres partidos que se han concentrado en adquirir bienes y  riquezas para sus dirigentes, en corto tiempo y sin importar los métodos que se utilicen para lograrlo. Las políticas sociales para disminuir las inequidades y desigualdades han estado ausentes; se han concentrado en políticas de corte clientelistas  tradicionales.

3El modelo que se está transmitiendo a  las nuevas generaciones está vinculado a hacer dinero de la manera más fácil y en el menor tiempo posible. Ese modelo ha sido transmitido tanto por los políticos en el Gobierno, como por instituciones económicas y financieras amparadas por gobernantes de turno. La sociedad no percibe genuino interés en penalizar ni instrumentalizar acciones para frenarlas.

4Los resultados de estas acciones y estas políticas han sido la profundización de la pobreza y la marginalidad en la sociedad dominicana. Cada crisis económica produce un número mayor de personas que son lanzadas a la pobreza. Crisis recientes generaron cientos de miles de nuevos pobres. ¿Está aumentando la violencia porque está aumentando la pobreza y las desigualdades? Sería un elemento importante a investigar.

5Hace casi una década se inició un proceso de deportación de dominicanos que se encontraban en las cárceles norteamericanas. Desconozco las cifras totales, pero sabemos que se trata de personas que violaron las leyes y que hoy se encuentran sin atención en las calles dominicanas. Cuando se inició el proceso de retorno se comentó que podría significar un cambio en los niveles de violencia y seguridad que disfrutábamos los  y las dominicanas. Sin embargo, no se le ha dado seguimiento a su posible  incidencia en la violencia.

6La violencia basada en el género, la violencia que se ejerce contra la mujer por razones de su género, está  presente en proporciones alarmantes en la República Dominicana. Se estima que una de cada 4 mujeres alguna vez ha sufrido algún tipo de violencia  a lo largo de su vida.

Las mujeres son las más afectadas de la violencia, en la casa y en la calle.

Esta violencia está basada en la estructura patriarcal de la sociedad dominicana, aquella en la que el hombre  ostenta el poder y lo ejerce en contra de la mujer. La sociedad tolera la violencia y la transmite de generación en generación, mediante los modelos de socialización de niños y niñas.

Pienso que la causa principal de la violencia que afecta la sociedad dominicana, al igual que la mayoría de los problemas nuestros, es la fragilidad del proyecto nacional.

La nación dominicana está sometida en el presente a grandes presiones y retos externos –expansión en el Caribe de la narco criminalidad, colapso del Estado vecino, inserción en  espacios de integración comercial, entre otros– que gravitan en forma creciente en la vida nacional con efectos adversos y perversos por las debilidades del Estado y sus instituciones.

Esta debilidad del Estado,  en realidad, refleja las debilidades  y vicios de un sistema político partidario inoperante y costoso,  y de una economía penetrada considerablemente por negocios rentistas o mafiosos, que está produciendo un balance social desolador que se expresa en exclusión y marginación, pobreza y  anomia.

Ese cuadro general, configurado por factores externos e internos, está creando condiciones que favorecen la violencia, el conflicto y la disolución social. Esto conduce a  su vez,  aun debilitamiento mayor del proyecto nacional, frente a los factores externos, cerrándose así un círculo perverso que podría poner en peligro la existencia misma de la nación. Se están debilitando las lealtades de los ciudadanos con valores y fines fundamentales, como el trabajo, la familia, la patria- nación, la fe trascendentes y reforzando una búsqueda de dinero, placer y poder a cualquier precio. Sólo el fortalecimiento del proyecto nacional dominicano, contiene y revierte esas tendencias.

Denos tres sugerencias de cosas que, a su juicio, podrían ayudar a reducir los actuales niveles de violencia.

a) Integrar la educación para la paz como herramienta educativa en el sistema educativo formal y no-formal para educar a maestros, padres/madres y todas las personas en las comunidades en el uso de métodos dialógicas de resolución de conflictos y de respeto a los derechos de las personas. Esto debe incluir campañas educativas por los medios de comunicación y por el Cyber espacio sobre estas estrategias y para crear un clima de confianza y seguridad en la población.

b) Desarmar a la población y prohibir la tenencia de armas de fuego en toda la ciudadanía incluyendo a los agentes de AMET, exceptuando a policías y militares previa evaluación de sus condiciones psicológicas y sociales para su uso y restringir su uso al espacio de trabajo.

c) Fortalecimiento del sistema judicial y establecimiento de un sistema de sanciones a todos los agentes del sistema que incurren en actos de soborno en los procesos judiciales en forma pública e igualmente a los agentes policiales, DNCD y AMET que utilizan las armas contra la ciudadanía justificándose en los “intercambios de disparos”. Estos deben erradicarse por completo.

d) Desarrollar políticas públicas eficaces en la erradicación de la delincuencia que tomen en cuenta sus causas sociales y económicas tomando en cuenta los estudios que se han realizado sobre el tema. Erradicando así el uso de la represión como método que ha fracasado.

1Formar una nueva generación de dirigentes políticos, con una vocación y  visión de servicio a la sociedad, no con un apetito voraz de servirse y enriquecerse  en el menor tiempo posible y al precio que la complicidad requiera.

2Formular y aplicar leyes y  políticas que modifiquen sustancialmente el acceso a las oportunidades económicas y sociales y disminuyan las desigualdades.

Políticas sociales menos clientelistas

3Que los partidos políticos y gobernantes, cuando ejerzan el poder presenten evidencias de que la única complicidad a la que se deben es la del servicio al pueblo, a las personas que tienen menos acceso a los recursos económicos, a la educación, a la salud.

Si no hay evidencias y señales claras, no podemos confiar. La sociedad no puede percibir ambivalencia.

4Modificar a través de la educación, los procesos de socialización de niños y niñas, para formar a las generaciones futuras con una perspectiva de valoración y respeto del ser humano.

En lo que se revierten los factores estructurales antes descritos, que generan violencia, mediante el fortalecimiento del proyecto nacional –profundizando los cambios democráticos, dándole a la economía bases más sólidas y productivas, logrando mayor inclusión social– hay que tomar acciones de contención de la violencia. Aunque el programa que impulsamos es amplio (ver anexo), entendemos que hay que actuar con energía y sin vacilación en tres líneas fundamentales:

1. Fortalecer los controles en fronteras terrestres, en el espacio aéreo y marítimo, y en puertos y aeropuertos. Recordemos que “sin fronteras seguras, no hay calles seguras”. Mientras siga afluyendo al país  drogas, armas, mafias, dinero ilícito, no hay manera de disminuir los niveles de violencia. Existe un vínculo estrechísimo entre la seguridad de los ciudadanos y sus familias, y la seguridad  nacional. En este punto la prioridad es una política agresiva de interceptación, con efectos disuasivos;

2. El ejercicio de la autoridad pública no debe tener fisuras ni contradicciones,  vacilaciones  ni doble estándar, como está aconteciendo. La autoridad presidencial debe ser el factor  unificador de las políticas públicas de seguridad nacional y ciudadana. Para comenzar debe darse prueba de autoridad en la materia más elemental: el bloqueo de las señales telefónicas desde las cárceles. Sino evitamos que las cárceles sean centro de mando y control del crimen ¿como avanzaremos en los demás ámbitos?

3. En un esfuerzo de reingeniería y depuración institucional, es preciso poner énfasis en mejorar sustancialmente el sistema de premios y castigos institucionales, así como el estatuto de retribución básico de las fuerzas de seguridad y orden e inteligencia, así como dotarlas de los instrumentos legales y tecnológicos  que mejore su eficiencia y eficacia. Es el primer paso para que dejen de ser parte del problema y se conviertan en parte de la solución.

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