La violencia en su sociedad de hoy

La violencia en su sociedad de hoy

ANULFO MATEO PÉREZ
La violencia continúa siendo un fenómeno preocupante en la sociedad moderna. Su estudio es hoy una prioridad en todas las instituciones científicas y en los foros internacionales, donde se dan cita los más renombrados profesionales de la conducta humana. En otra entrega analizamos el tema, pero hoy queremos volver a explicar algunos conceptos sobre la violencia en la sociedad y en el seno de la familia. Su génesis y repercusión biopsicosocial.

Cuando hablamos de violencia buscamos la causa en factores socio-económicos y políticos. El analfabetismo, el desempleo, la marginalidad e inseguridad social, la insalubridad, la discriminación, en particular el racismo, la exclusión de género y la crisis económica, la falta de libertades… son algunas de las causas que generan violencia en la sociedad.

Sin embargo, también hay que considerar que la violencia es una expresión de la agresividad innata del ser humano y de los animales inferiores. El desarrollo psicosocial del infante es importante en términos de la prevención de la violencia.

¿Los jóvenes violentos nacen o se hacen? La pregunta es pertinente si tenemos en cuenta que en otras sociedades, que a diferencia de las nuestras del Tercer Mundo, son desarrolladas, donde existen excelentes estándares de vida, también la violencia se expresa de forma incontrolable y preocupante.

Las noticias de suicidios colectivos de jóvenes de clase media en Japón; de homicidios por motivos pasionales en España; en los Estados Unidos de América observamos jóvenes que cazan con fusiles automáticos a niños y profesores que asisten a centros escolares. En culturas y realidades económicas diferentes a la nuestra también se expresa la violencia, donde al menos el flagelo del hambre, el desempleo, el analfabetismo y la exclusión no tienen los niveles del Tercer Mundo.

La violencia tiene su origen, además de los factores económicos, políticos y macrosociales, repito, en la agresividad innata del ser humano y el aprendizaje que se hace de ella desde la niñez. Los expertos coinciden en que la educación integral basada en la expresión del cariño y la corrección de conductas agresivas en los niños, es una parte importante de la «regla de oro» en la prevención de la violencia.

Por esas razones es que decimos que la socialización del niño es clave para su comportamiento adulto, si tenemos en cuenta que hasta los dos años se registra el pico más alto de conductas agresivas, aunque son de baja intensidad.

Sin embargo, después, con la socialización se va inhibiendo esta violencia a medida que el menor va desarrollando conductas alternativas para conseguir sus objetivos. Pero existen entre un 5 y un 10 por ciento de menores que, por motivos personales o sociales, no consiguen inhibir esta conducta y se convierten en adultos violentos.

Un estudioso del comportamiento humano, José Sanmartín, señala que en los casos «de violencia de alta intensidad, como son niños que matan a otros niños, siempre aparecen dos constantes: tienen una situación familiar mala y son menores excluidos del mundo y de sus compañeros». El investigador español coincide en señalar que la exclusión social multiplica por cuatro el riesgo de violencia.

La falta de cariño y corrección en las conductas inadecuadas de los niños permite la expresión de la violencia. La negligencia de los padres en el cuidado de los hijos, la falta de «modelos masculinos positivos» y el incremento del maltrato infantil son tres de los factores que inciden en la violencia juvenil.

Esos conceptos son compartidos por los más dedicados investigadores y profesionales de la conducta humana. Kathleen Heide, profesora de Criminología de la Universidad del Sur de Florida, considera que en la actualidad es «más fácil» que los niños se críen sin «una supervisión o una guía paternal» debido al incremento de familias monoparentales, lo que ha obligado a que las escuelas adopten la responsabilidad de enseñar a los niños cómo manejarse ante un conflicto.

Pero cuando se da la ausencia de una figura paterna, o de un modelo de su mismo sexo, es más probable que los jóvenes exageren su pretendida masculinidad en actos de machismo.

En la sociedad moderna se ha producido cambios en la estructura familiar –trabajo de ambos padres, divorcios o madres solteras– que han disminuido la supervisión de los niños y aumentado el riesgo de que éstos se impliquen en comportamiento violentos.

Martín Teicher, especialista en neurobiología, defiende la tesis de que el maltrato infantil «desencadena una cascada de procesos moleculares» cuyos efectos pueden provocar un incremento de la agresividad.

Pienso que no podemos desdeñar ningún factor que genere violencia. Es necesario tener en cuenta nuestra condición de país del Tercer Mundo, con múltiples problemas en el orden ético-moral, económico-social y político.

Nuestra sociedad esta acicateada por la exclusión de género y grandes contingentes humano la sufren en el plano económico; más de la mitad de la población vive por debajo de la línea de la pobreza, existe un alto porcentaje de desempleo y analfabetismo.

Y las instituciones del Estado y sus representantes, con rarísimas excepciones, continúan modelando un comportamiento inadecuado, caracterizado por la corrupción, la opulencia desenfrenada y el abuso contra los gobernados.

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