La violencia familiar

La violencia familiar

JOSÉ R. MARTÍNEZ BURGOS
La violencia en todas sus diversas manifestaciones está presente en el quehacer de cada día en nuestro país, como producto de la descomposición de nuestra sociedad.

Donde no hay nada, nada se puede obtener. La decadencia y la ausencia de valores nos está llevando a la aniquilación y al exterminio. Es que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero para evitar eso están los gobernantes sensatos. Sólo las iglesias y ciertas familias poseen, las convicciones con la dureza del acero. Una prueba fue la manifestación dirigida por nuestro Cardenal en días pasados.

El amor al prójimo y la fé en Cristo, movilizó todo un pueblo contra la violencia, ahí quedó plasmado el límite a la libertad de expresión marcado por nuestro Código Penal.

Quien rebase esos límites es sujeto que les caiga sobre sus espaldas todo el peso de la Ley. Nadie puede ser maltratado ni ser víctima del atropello, sobre todo cuando se trata de mujeres. Y nadie debe ser eliminado físicamente, por otra persona que se abroga el derecho que la ley no le otorga.

Tenemos que luchar para eliminar por completo la violencia doméstica. Una forma sería que los medios de comunicación llegaran a un acuerdo para mejorar las informaciones sobre los casos de violencia hacia la mujer y cualquier otra información sobre hechos de violencia.

El día de la celebración del Día Internacional Contra la Violencia hacia las mujeres, ofreció la ocasión para poner de relieve la situación en que se encuentran muchas mujeres, no sólo en nuestro país sino en el mundo entero.

Lamentablemente las mujeres no pueden celebrar ese día ni otros de cualquier año. A sus limitaciones y restricciones, se suman los casos de humillaciones y agresiones, que muchas veces terminan con sus vidas, donde la opresión que sus maridos o parejas ejercen sobre ellas se encuentra cuando no con la complicidad, con el silencio del ambiente en que viven.

Pero por fortuna conviene destacar que el silencio cómplice empieza a transformarse en un clamor que ya obliga a los Gobiernos y a los Organismos Internacionales a pronunciarse. El mensaje contra la resignación empieza al parecer a dar sus frutos y las mujeres, algunas comienzan a rebelarse y ya se han decidido abandonar a sus parejas que le vejan y humillan.

Lo difícil está cuando la mujer depende económicamente de su pareja porque no tiene medios propios de vida, ó cuando existen hijos de por medio.

Por lo cual es necesario que los Gobiernos tomen medidas que faciliten oportunidades a estas sufridas mujeres. Llegó el momento de poner en práctica los medios para que las mujeres maltratadas reciban el apoyo de la justicia, el aspecto económico-laboral y social que merecen.

Esta oportunidad no la podemos perder. Debe crearse una Ley Integral contra la violencia y se aceleren los procesos de separación o divorcio, que transmita a los jóvenes tolerancia y respecto. Que los juzgados sean los vehículos de la paz.

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