La violencia se cura con amor y ternura

La violencia se cura con amor y ternura

Enfrentar la violencia, la delincuencia y la inseguridad en la sociedad que vivimos “será cosa de nunca acabar”, como diría el ilustre agricultor Santiago Antonio Báez Rodríguez, si solo seguimos persiguiendo, apresando o matando a individuos violentos y/o supuestos delincuentes, mientras se sigue fabricando y vendiendo armas al por mayor y al detalle con el único fin para el cual han sido y siguen siendo diseñadas: para matar; para avasallar e imponerse sobre los que odiamos el uso de estas; para robar; para invadir, saquear y sojuzgar pueblos enteros. Mientras los que están llamados a velar por el orden y la paz, solo saben ejercer e imponer la violencia desde el poder y para el poder. Mientras se siguen fabricando, exhibiendo y vendiendo armas de juguetes para que los niños se entusiasmen en el uso de éstas a futuro.

El mercado de entretenimiento y juegos para niños está saturado de juguetes pro-violencia: armas de guerra, carros policiales, helicópteros, barcos y aviones de la US Army, tanques de guerra, pistolas, rifles, escopetas, cuchillos, espadas, muñecos violentos, videos de juegos súper violentos, ídolos violentos, etc., etc.

Según cálculos estadísticos mundiales, con tan solo el 10% de todo el dinero que invierten los 25 países más poderosos del mundo en armas de guerra y gastos militares anuales, se erradicaría por siempre el hambre en todo el planeta.

En el caso de la sociedad dominicana, uno se pregunta: ¿Cómo puede educarse a un niño (a) contra la violencia, si constantemente y frente a éste el padre agrede a la madre, insulta al prójimo, al vecino, o se pasa horas sentado frente al televisor mirando y disfrutando películas de violencia, de guerra, y anda con una pistola pa’ rriba y pa’ bajo. Además, le encanta ver a un hombre pegándole a otro, y eso dizque es un deporte que se llama boxeo, en donde se gana millones de dólares golpeando al otro hasta romperle la boca, los ojos, la nariz; y si lo mata a golpes gana seguro.

¡Y apuesto al gallo de mi compadre, que está preparado para matar en un minuto al del vecino! Y el descaro y la irracionalidad humana deciden comercializar hasta la violencia inducida entre animales (peleas entre gallos), y califican esta barbarie como un deporte, de lo que se deduce que los gallos son verdaderos deportistas.

Insistimos que enfrentar la violencia y la delincuencia no es solo cuestión de policías, redadas, persecución, cárcel y programitas de prevención; es cuestión de educación, honradez y transparencia a todos los niveles, sobre todo en el hogar, en la familia, en la administración pública, en los negocios, en la vía publica, en la relación permanente con el prójimo; es cuestión de Amor y Solidaridad en colectividad; es cuestión de Justicia y Equidad; de que todos (as) tengamos los mismos derechos y oportunidades, los mismos deberes y obligaciones ante la sociedad, aunque tengamos diferentes responsabilidades sociales.

Porque no es posible construir valores humanos sobre la base de poses, mentiras, simulación, corrupción, abusos de poder, violación de la ley, uso y derroche de los fondos públicos, permisibilidad, complicidad maligna, privilegios irritantes que desbordan los límites de la racionalidad en la naturaleza humana, y como colofón de vez en cuando desfiles militares para exhibir armas y tecnología para matar.

Estoy convencido que esta sociedad de consumo, de vanidad y exhibicionismo, de individualismo, de indolencia y corrupción, de inequidad y servilismo, y de ambición material antinatural, no está en capacidad de enfrentar este mal, por cuanto es ella (esta sociedad) quien a partir de su modus operandi genera, desarrolla y justifica dicho mal.

Sin embargo, bajo ningún concepto podemos aceptar que no es posible su erradicación; que la delincuencia no se podrá eliminar jamás; que la violencia no tiene cura… ¡claro que este mal tiene cura! Y ellos lo saben. ¿Qué cómo se erradica? ¿Qué cómo se cura? Fácil.

La violencia se cura con amor y ternura.

La delincuencia se erradica con educación, honradez y transparencia.

La violencia se cura con justicia y equidad.

La delincuencia se erradica con igualdad y solidaridad.

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