La violencia social y la falta de acción sobre sus raíces

La violencia social y la falta de acción sobre sus raíces

Detrás de letales agresiones a hombres y mujeres salta a la vista con frecuencia aterradora la poca efectividad de prevenciones como la inútil orden de alejamiento que parece mover al efecto contrario de matar con rapidez. En los sucesos trágicos entre rivales masculinos la propensión a resolver conflictos con sangre es de la misma factura.

Con frecuencia se informa post tragedia de la virtual negación de amparo a exparejas amenazadas como ocurrió con el asesinato múltiple cometido por un agente de la Digesett, muertes anunciadas mientras se pregona la existencia de refugios sin que ninguna estadística indique que resulten tablas de salvación.

En el sistema educativo dominicano -como bien acaba de resaltar la antropóloga Tahira Vargas – no existe la fuerza de concientización para desterrar el errado sentido de superioridad que mueve al machismo arraigado en conductas sociales.

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Algunas encuestas revelan que entre alumnos del bachillerato predomina el criterio de que los hombres tienen total derecho a castigar a las mujeres y que son ellas las únicas que deben absoluta fidelidad a sus parejas con potestad sobre sus vidas.

Doctrinas contrarias a los derechos de las mujeres contribuyen, directa o indirectamente, a que sean vistas por muchos creyentes como condicionadas por naturaleza y origen para la sumisión al macho y a las reglas de inapelable unilateralidad que de él proceden. Un aprendizaje de siglos que descalifica parte de la ideas que conforman esta llamada “civilización”.

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