La violencia

La violencia

Lo importante es hacer creer, convencer de que lo malo es bueno, inducirnos a que aceptemos el secuestro de los Tribunales Superiores y su integración por personas que siguen las directrices de un partido, traicionando la pureza de un ejercicio profesional digno de mejores causas, en uno de los pasos más funestos, una estocada mortal a la democracia.

Los actuales gobernantes son una pantalla, un fuego fatuo, un espejismo que vence a través de la repetición y el manejo y dirección de los medios de comunicación, como si se tratara de un buey manejado con un narigón.

Todos, absolutamente todos, sabemos que vivimos en una farsa donde actuamos como marionetas tiradas por un titiritero que amarró los poderes públicos para engañarnos, convirtiéndonos en malos actores de las peores piezas teatrales.

Todos sabemos y conocemos que vivimos en un ambiente donde no hay una correcta aplicación de la Constitución y las leyes, que no podemos confiar en jueces, fiscales y otras autoridades que administran el poder.

En tanto ciudadanos hemos perdido los derechos al son de elecciones amañadas, mediante el uso del dinero del erario para comprar conciencias, con amenazas de militares que desconocen que tanto va el cántaro al pozo hasta que se rompe. Eso fue lo que pasó en Abril de 1965: se rompió el cántaro y los opresores no pudieron recoger las aguas.

La naturaleza no perdona a quienes la violentan. Desconocen, o quieren desconocer, que los volcanes forman parte de la vida interior de la tierra donde un constante choque de fuerzas lucha por liberarse y salir a la luz.

Entonces se producen terribles terremotos y erupciones volcánicas con un gran despliegue de energía que, una vez desatadas, nadie sabe dónde van a llegar ni cuándo terminarán de producir daños.

Los volcanes y los movimientos sociales actúan de manera similar. Primero se producen señales inequívocas de inquietudes, de reclamos inocentes, pacíficos, en procura de soluciones pacíficas.

El desconocimiento y el descuido ante leyes inexorables de la naturaleza siempre llevan a los pueblos por caminos de respuesta a la violencia de los que mandan.

Nos inculcan que la violencia es una manifestación del ejercicio de la fuerza, como si no se tratara de violencia la que ejercen los gobiernos que secuestran las libertades y las instituciones para gobernar para sí en contra de los intereses populares.

Para 1961 Trujillo controlaba los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo, igual ocurría con el Triunvirato, en 1965, tal camisa de fuerza provocó las erupciones sociales que produjeron la muerte del tirano y el derrocamiento del gobierno de facto.

La olla de los problemas nacionales bulle constantemente, dondequiera salta una liebre. De seguir tan mal como vamos ¿usted cree que el volcán erupta?

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