La Virgen de las Mercedes y el arte dominicano

La Virgen de las Mercedes y el arte dominicano

Por más desarrollo y evolución estilística que el arte occidental haya emprendido del clasicismo a la contemporaneidad, nunca llegó a descartar, entre los temas prominentes, la inspiración y los sujetos religiosos. El arte dominicano no es la excepción. Siendo nuestra reflexión muy breve y panorámica, y coincidiendo con el Día de las Mercedes, nos limitaremos a evocar expresiones pictóricas y escultóricas de fuente cristiana, aunque no siempre portadoras de proselitismo católico, y particularmente del culto a la Virgen María.

En la segunda mitad del siglo XVIII, Diego José Hilario pintó unos grandes medallones, aliando tradiciones populares y religiosas, pintoresquismo y misticismo, y, por supuesto, la Virgen de la Altagracia, patrona del pueblo dominicano, figura entre los primeros testimonios de una pintura local sacra. Nuestros románticos tardíos y pioneros tímidos de la modernidad incluyeron lo religioso en sus obras, alternando retratos de  la Virgen y de sacerdotes.

Los dos maestros mayores del arte dominicano moderno emergente, Yoryi Morel y Jaime Colson, han dedicado una parte no despreciable de sus respectivas obras  a temas religiosos, y cada uno lo ha exaltado en el contexto expresivo que le identifica. El  pintor santiaguero lo hizo en forma testimonial, descriptiva y vernácula, con escenarios de procesiones admirables, dedicadas a la Virgen.

El ecuménico pintor “trashumante” revela  conocimiento de la Biblia y el culto a María. Se ha observado en la muy bella y antillana “Virgen de los Desamparados”, donde el pintor introduce características raciales negroides, tanto en la Madona como en las figuras circundantes. Luego están los todavía perfectos murales de la capilla de Cala Murta en Mallorca, que plasman los grandes misterios y la devoción mariana, a la vez con rigor y virtuosidad en la forma, sobriedad y refinamiento en el color, aparte de la técnica magistral del fresco -únicos murales dominicanos religiosos en el extranjero.

Así mismo, en la escultura y la talla en madera especialmente, nuestras dos máximas personalidades, Antonio Prats-Véntos y Gaspar Mario Cruz, han plasmado a la Virgen frecuentemente en un contexto grupal, fundiendo la virtuosidad del artista y la fe del creyente.

La Virgen en la pintura

Arte sacro

Los santos y la imaginería cristiana son fuente de inspiración en la pintura religiosa, y la higüeyana Virgen de la Altagracia ha sido  un icono necesario. Las exposiciones organizadas por Virginia Rocca demostraron que prácticamente todos los pintores, todas las generaciones, todos los estilos, han manifestado su devoción, plasmando a la patrona del pueblo dominicano. Se mezclan en esa fecundidad creadora a la vez un innegable culto mariano y un emblema de la identidad nacional; ahora bien, podemos notar que una cierta reserva y un respeto comprensibles influyen a menudo en la creatividad.

La imagen piadosa tradicional suele fundamentar una reinterpretación de la sagrada familia por cada artista, siendo -por supuesto- la Virgen de la Altagracia la figura principal y más trabajada. Su personaje es el que establece la composición y el espacio, la luz y el color. Herederos de los clásicos, modernos o contemporáneos, los artistas dominicanos continuarán representando, en sus respectivas concepciones y expresiones, a la Santa Virgen, con un sentido a la vez patrimonial y patriótico.  

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