La virtud es una cualidad que posee una persona: “Ser político y llegar al poder de una nación podría ser la mejor virtud que hombre alguno haya logrado, sobre todo en la República Dominicana”. Lo cuestionable es que esa cualidad ha sido convertida en un hábito amoral y anti ética.
Históricamente para muchas personas la política partidista ha venido siendo utilizada como fuente de enriquecimiento, instrumento para denigrar y humillar la dignidad de quienes no comulgan con sus ideales políticos.
Tenemos entendido que la actividad política y representada en agrupaciones de ciudadanos y ciudadanas (partidos políticos), nacen con el objetivo de llegar al poder público (gobierno) para mejorar los niveles de vida y resolver los problemas de los ciudadanos, sobre todo los más necesitados y sin exclusión.
Son estas algunas de las principales razones que tienen los ciudadanos para que democráticamente cada cuatro años participen en las elecciones para elegir las autoridades a través de las organizaciones políticas, las cuales al momento de ejercer el poder están en la obligación de cumplir con el pueblo que lo eligió.
Es innegable que desde la desaparición de la tiranía trujillista, y por ende del unipartido dominicano, nuestro sistema político ha venido fortaleciéndose con el resurgimiento de nuevas organizaciones, que sin posibilidades de acceder al poder mantienen viva la democracia partidaria.
Lo que sí parece ser que ningunas de las tres principales agrupaciones que ya han pasado por el poder, no han podido resolver el más mínimo de los problemas de la nación. Lo que deja en evidencia la incapacidad de sus dirigentes para encaminar la sociedad por mejores senderos de prosperidad.
No obstante, si observamos con pesadumbres y asombros cómo los políticos en lo personal disfrutan de excesivos e irritantes privilegios económicos y sociales, mientras la gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas sobreviven en la pobreza, con alta tasa de empleos, asistencia de salud de mala calidad, falta de energía eléctrica, insuficiente servicio de agua potable, intranquilidad social, desorden en el transporte público, un sistema de justicia cuestionado, corrupción administrativa, combustibles altamente caros, déficits fiscales, endeudamiento excesivo, debilidad institucional y una administración pública ineficiente.
En fin el país es un puro desorden. Hace falta gerencia eficaz.
Ser político en la República Dominicana, es un privilegio. Es un don, sobre todo si es gobierno. Pues los hechos han demostrados, que pueden hacer y deshacer de las cosas públicas todos los que le venga en ganas, y nada les pasa. Al contrario, se vuelven invulnerables a cualquier acción en su contra, son las personas más nobles y de los más excesos estirpes de la sociedad.
Tener la virtud de ser político en este país significa ser un rey con poderes y autoridad para hacer y deshacer, alcanzar relevancia social inigualable, ser de honorables pletóricos de ética y moralidad, y hasta intelectuales.
Otras de las características que adornan a quienes tienen la virtud de ser políticos, lo constituye la práctica de la doble moral, la pérdida del sentido de lo correcto, de valores para el buen comportamiento, la falta de sensibilidad humana, de pudor y hasta reniegan sus orígenes y sus viejas amistades. Nada le importa, son impenetrables antes sus no iguales ideológicamente.
Entendemos que es lógico y natural que todo ser humano lucha por su mejoría personal, desarrollo cognitivo y su crecimiento material; otros buscamos mejoría económica para subsistir dignamente del trabajo honesto y riquezas en conocimientos académicos, el cual no tiene espacio en la vida política, razón por la cual los intelectuales no participan en políticas partidarias.
Jamás pensé que hacer vida política podría ser una virtud para unos cuantos.
Pues después de la desaparición de la dictadura del Partido Dominicano de Trujillo, la política se convertiría en una ciencia, un arte o una disciplina social para llegar al poder y hacer cosas que beneficien a la sociedad en su conjunto. No para beneficiar a unos pocos como ha venido ocurriendo en nuestro país. Es por estas razones que ser político es una virtud, que ya está perdiendo esencia, credibilidad y espacio en los ciudadanos dominicanos.