La visión de Leonel

<p>La visión de Leonel</p>

MANUEL A. FERMÍN
Hay un rasgo que distingue a los dominicanos: vemos el futuro y a quienes se identifican con él como algo a relegar, dejarlo todo a la esperanza y a la Providencia Divina, no sin antes haber pasado por una actitud pesimista, de duda, y hasta a veces fatalista de lo que nos puede deparar. Actuamos como críticos severísimos y luego nos aferramos y disfrutamos en grande de lo que ayer adversáramos a veces hasta con rabia.

Ahora, dentro del ámbito mundial, las megatendencias del momento lo representan la apertura y la globalización de los mercados. Los procesos de reforma económica iniciados en la década de los años ochenta, unidos a la mundialización de los mercados, le han dado una nueva dinámica a la inserción de los países que como la República Dominicana tiene oportunidades que pueden aprovechar en la economía mundial basada en las transformaciones productivas y el progreso tecnológico, que permite expandir y diversificar su frontera de producción bajo condiciones crecientes de productividad y competitividad internacional.

Más o menos en este marco se circunscriben las ideas modernistas que se le oye decir y que aspira a que los dominicanos nos ciñamos a ellas con carácter y sentimiento nacional, el joven presidente, doctor Leonel Fernández.

Sin embargo, esa peculiaridad de pensamiento del Presidente dominicano es objeto muchas veces de burla por parte de opositores carentes de visión, unos, y nublados de razón y necios de intención, otros, cuando deberían con más vigor realzar, no sólo desde el punto de vista económico sino también político la actitud modernista del Jefe del Estado.

En el tiempo que él entiende es momento particularmente propicio para impulsar un desarrollo vigoroso y sostenido a mediano y largo plazos de la actividad económica de la República, como parte vital de los esfuerzos globales de transformación y modernización económica y de progreso social en que deberían estar empeñados nuestros dirigentes, ha estado aún de moda las políticas estatistas y populistas casi atávicas en el país, y con peores resultados para un Poder Ejecutivo sustentando proyectos tradicionales identificados a subsidios estatales.

Hoy existen los elementos de esa visión estratégica. Los avances con los programas de reforma económica, la apertura comercial y la integración regional han ido creando necesidades y oportunidades al país que siente el doctor Fernández. El nos da señas de que es un visionario y debemos ya hacerle caso y alinear el país por ese derrotero. El desafío por delante está en poder, por un lado convertir los conceptos en realidades y, por otro, lograr los recursos de inversión para efectivamente mejorar la calidad de vida de los dominicanos.

Muchos medios de comunicación han caricaturizado tal sentimiento y así pasó con don Angel Miolán que era objeto de la mofa de muchos cuando promovía las actividades turísticas para sustentar el progreso y desarrollo nacional. Sin embargo, el señor Miolán, que recibió todo el apoyo del presidente Balaguer, por el contrario, fue víctima de sus propios compañeros de partido siendo él tan acreedor de respeto público y hombre de honradez acrisolada.

Hoy, prácticamente retirado de la vida pública y desaparecido el autor de esa cruzada a favor de la nación, nos quedan ecos de sus nombres en todos los rincones de la patria en donde emergen como setas estas inversiones.

Si el presidente Fernández tiene especial empeño para reemprender la capitalidad de Santo Domingo y el avance tecnológico del país para un empleo mejor remunerado, pues validemos esas acciones que al final de cuenta serán en beneficio de todos.

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