La visita de Chávez

La visita de Chávez

JOTTIN CURY HIJO
La presencia del mandatario de la República Bolivariana de Venezuela en nuestro país, así como sus oportunas concesiones en el financiamiento del petróleo, representa un gran alivio para la economía dominicana. En estos momentos en que el brusco incremento del precio del crudo impacta negativamente la economía de todo el mundo, especialmente de los países pobres, recibir facilidades de esta naturaleza despeja parcialmente oscuros nubarrones. Su generosa contribución debemos enfocarla en el marco de un contexto internacional más amplio, sin olvidar acontecimientos históricos de significativa relevancia. 

Algunos intelectuales dominicanos le reprochan injustamente a Simón Bolívar haberle hecho caso omiso a Nuñez de Cáceres cuando abogaba por la incorporación de nuestro país a la Gran Colombia, poco antes de la ocupación de Boyer en 1822. El Libertador, que recibió la solidaridad de Pétion cuando se encontraba en Haití, a cambio únicamente de que liberara a todos los esclavos de las tierras que fuera ocupando,  era motivo más que suficiente para abstenerse de intervenir en las interioridades de esta parte de la isla. Además, sus objetivos se circunscribían esencialmente al continente sudamericano, y en modo alguno estuvo en sus planes ocuparse de las islas del Caribe.

Pero las circunstancias de entonces no son las mismas de hoy. A una distancia de casi dos siglos de aquel acontecimiento, nos ha visitado un Hugo Chavez  pausado, maduro, consciente de que ninguna nación puede vivir aislada y ajena a los valores democráticos. Su negativa a reconocer el régimen de facto del país vecino, por no ser una manifestación de la voluntad popular, demuestra su comprensión de los esquemas prevalecientes en el mundo de hoy. Y es que la rueda de la historia jamás se detiene, toda vez que las razones que tuvo Bolívar para no interferir en aquella ocasión en nuestros asuntos, las tiene ahora Chavez para negarle su concurso al gobierno haitiano.

Confirmado en numerosas ocasiones por el voto popular, resulta un contrasentido que el gobernante que más se ha acogido a las reglas de juego de la democracia representativa, tenga tantas dificultades con el mayor promotor de la misma. Fiel a los ideales del Libertador, está prestando su colaboración a todos los países del área que requieran su ayuda, con el propósito de unificar estrategias de desarrollo económico y social. Su propuesta de una alianza con nuestro país tiene sentido, sobre todo si tomamos en consideración que en los debates entre Bush y Kerry no se mencionó ni por asomo el tema de América Latina.

Es obvio que Chavez busca conformar una alianza hispanoamericana con el propósito de obtener un mejor trato por parte de los Estados Unidos, cuya influencia es y seguirá siendo decisiva en el desarrollo de nuestras economías. Su ingenioso símil de formar un equipo con peloteros dominicanos para derrotar a los «yankees», no puede ser interpretado como una declaración hostil hacia los norteamericanos, toda vez que el mensaje tiende a unificar las políticas de la región para obtener un trato más justo de los Estados Unidos.

En efecto, el Presidente Fernández le propuso intervenir para, al igual como lo hizo con Carter cuando se intentó el golpe de estado,  ayudar a resolver las diferencias con los Estados Unidos. Ojalá que las discrepancias entre ambos gobiernos sean superadas. Tanto Bush como Chavez han sido confirmados en sus cargos por la voluntad popular y son promotores de los mismos valores. Por tanto, no hay razones para que existan diferencias insuperables entre ambos gobiernos. Los acontecimientos del pasado hay que verlos como parte de la historia, siempre cambiante y aleccionadora. Y las expresiones del presente hay que interpretarlas en su contexto, dentro del marco global de un mundo cada vez más interdependiente.

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