La Visita de Preval

La Visita de Preval

LEANDRO GUZMAN
La reciente visita del presidente haitiano René Preval a la República Dominicana ha sido interpretada por muchos como “muy positiva” para las relaciones entre las dos naciones, aunque ciertos detalles han sido olvidados.

Nosotros interpretamos que se trató de un acto simplemente protocolar, mediante el cual el nuevo presidente de Haití trata de granjearse simpatías en nuestro país, especialmente porque es una forma de ratificar actitudes anteriores suyas encaminadas a la reconciliación y consolidación de las relaciones que norman la vida de dos países.

Hay dos puntos que merecen ser analizados y que tienen que ver con el futuro de esas relaciones. En primer lugar, el que se refiere a la situación jurídica de los haitianos, que continúan siendo tales no importa el país en que nazcan, de acuerdo a lo que dispone su Constitución.

Preval dijo, a ese respecto, que tratará -no que hará- de modificar la Constitución de Haití, a fin de que sus compatriotas puedan optar por la doble nacionalidad, derecho del que ahora carecen.

El otro punto es el que tiene que ver con la reactivación de la llamada Comisión Mixta Bilateral Dominico – Haitiana, establecida el 13 de marzo de 1996, es decir, durante uno de los gobiernos del fallecido presidente Joaquín Balaguer.

Esa comisión se ha reunido varias veces, tanto en Santo Domingo como en Puerto Príncipe, para formar Acuerdos y Convenios que han seguido prácticamente la misma ruta de otros que siguieron a partir de la Convención de 1867, suscrita el 26 de julio de dicho año.

En efecto, desde aquella época hasta los tiempos actuales se han firmado tratados de paz, amistad, comercio, navegación y extradición; sobre tránsito de automóviles, un tratado fronterizo dominico-haitiano, protocolos de revisión de dicho tratado; convenio para la construcción del dique derivador internacional sobre el río Pedernales; convenios de cooperación deportiva, educativa y cultural; sobre asunto sanitarios, postales y bibliotecarios y convenios sobre la contratación de sus nacionales entre Haití y la República Dominicana, etc.

Hasta donde sepamos, el único que se ha cumplido cabalmente fue el de la construcción del Dique de Pedernales, por cierto cuando el autor de este artículo era Director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), durante el gobierno del presidente Antonio Guzmán.

Estos antecedentes permiten colegir que si no se han cumplido acuerdos anteriores, ¿cómo podría uno estar seguro de que se cumplirán los que se asuman cuando vuelva a reactivarse la Comisión Mixta Bilateral? ¿No sería una nueva reunión de burócratas, con prensa incluida, para fines propagandísticos de las partes?

Eso en cuanto a la Comisión Mixta Bilateral. En lo que se refiere a las anunciadas gestiones que hará Preval para que se modifique la Constitución de Haití y otorgue la doble nacionalidad a sus compatriotas, creemos que, en primer lugar, podría ser difícil que un Parlamento haitiano apruebe tal enmienda. Sin embargo, como los tiempos han cambiado, a lo mejor se animan y actúan en el sentido indicado.

En ese caso, cuando los haitianos tengan derecho a la doble nacionalidad, por supuesto que muchos gestionarían la dominicana, puesto que dado los avances políticos, económicos y sociales que hemos logrado, superiores a los de Haití, harían atractiva esa idea porque los haitianos aspiran a vivir una vida en mejores condiciones.

Hay quienes ven un peligro grave sobre esa posibilidad, aduciéndose que una vez lograda la nacionalidad dominicana, los haitianos beneficiados podrían optar por cargos electivos, incluso hasta postulándose como candidatos a la presidencia de la República. ¿Habrán olvidado quienes así piensan que la Constitución dominicana establece que para ser presidente es necesario “ser dominicano de nacimiento u origen”, sin que uno espere interpretaciones caprichosas sobre eso del “origen”.

Ofuscarnos con la idea de que sería fácil que los haitianos se apoderen nuevamente del país por medios legales e incluso militares, es tener poca fe en los destinos nacionales, olvidándonos de que en 1844 un nutrido grupo de patriotas, dirigidos por Duarte, encabezó la rebelión que dio lugar a nuestra Independencia, aún siendo militarmente inferiores a los ocupantes.

Si en verdad los Gobiernos de Haití y la República Dominicana están realmente interasados en el progreso conjunto de la Isla que compartimos, pensamos que hay que dejarse de retórica y de reuniones que a poco conducen, poniéndonos a trabajar mancomunadamente para poner en marcha los acuerdos ya concertados, tarea en que la comunidad internacional deberá jugar un papel estelar prestándole su apoyo a Haití, sin ningún tipo de excusa.

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