Esto justamente ocurrió en las postrimerías del año 1962, siendo director general de nuestra gran casa de la radio y de la televisión, el héroe de las jornadas inmortales de junio de 1959, Poncio Rafael Pou Zaleta.

Con carácter de apoteosi se organizó un programa, para tributar homenaje a cinco dignos dominicanos, que habían laborado en La Voz Dominicana. Los cinco que motivaron el homenaje, con coraje, bizarría y abnegación sin par, vinieron a ofrendar sus vidas cuando las repatriaciones de junio del inolvidable 1959.

Los cinco por los clarines de la gloria pregonados son: José Fabio Bergés (El Grillito), Luis Conrado Ruiz (Peligro), Rafael Valverde (Fello), Héctor Enrique Ramírez Castillo (Henry) y César Federico Larancuent Rijo (El Alemán). Esos cinco patriotas que vinieron por el aire y por la mar, a desafiar a la misma muerte, en los cotos cerrados y atroces de la más implacable satrapía, que en quinientos años de historia tortuosa y accidentada nuestra América ha conocido, eran un bailarín, un técnico de televisión, un “crooopier” de casino, un musicalizador y un locutor.

En ese inolvidable acto de gratitud plena tributado a los cinco mártires, hubo discursos emocionados.

Recordamos  al bailarín José Caba que parló con gallardía y sentimiento. Hay que evocar a don Lulio Moscoso Espinosa que habló  con la autoridad que le daban los muchos años que tenía trabajando en La Voz Dominicana. Y a nombre de la familia mártir de los Larancuent, que desde el mismo 1930 empezaron sus bravos integrantes a bañar con su sangre el suelo de la patria oprimida.  A nombre de la familia Larancuent hablé yo. Pero tenemos deuda con otros sacrificados de  La Voz Dominicana, de la que se  se llevaron a  tumbas ignoradas  al joven cantante Miley Rodríguez y al alumno de la escuela de locutores Jafet Hatuey Mieses. Y por las salas del terror  pasaron para salir escarmentados los alumnos de locución Frank Córdova Sánchez y Juan Félix Silvestre (el Mago Takamún).