La vuelta al redil del FMI

La vuelta al redil del FMI

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los terrícolas se estremecen en todos los rincones que habitan en el planeta bajo los impactos que en primer lugar han establecido los países productores de petróleo y su poderoso cartel de la OPEP, para exprimir las economías, y en segundo lugar, por la mejoría de muchos de ellos que reclaman más alimentos y mejores niveles de vida, llevando al mundo a una crisis alimentaria de grandes proporciones.

Los dominicanos, como parte de la aldea global como ya se conoce la Tierra, no somos ajenos a esos vientos huracanados, que nos afectan en nuestro cotidiano vivir, con tantos aumentos que amenaza ahogar y desequilibrar lo que se ha logrado en el desarrollo, aparte de la amenaza latente que se cierne por la crisis explosiva que vive Haití, en donde el éxodo continuo de sus habitantes hacia la parte oriental de la isla, es indetenible e inevitable.

Ya el país vivió una positiva experiencia con el gendarme financiero mundial, el FMI, y en los pasados cuatro años supo cumplir con un exitoso programa Stand By que estabilizó la economía, la rescató del cieno que había caído en los primeros cuatro años del siglo XXI y estableció un clima de confianza de tal naturaleza que hizo posible la reelección del presidente Leonel Fernández, porque el país disfrutaba y exhibía una sólida economía.

Por lo anterior, se hace imperativo afianzar los vínculos con el FMI, como se ha sugerido sea con un acuerdo de vigilancia si se quiere, o de asesoramiento y guía que permita mantener y consolidar la confianza para seguir atrayendo las inversiones. Y más ahora cuando se nos etiqueta, con lo que siempre hemos sido desde la década del 70, de ser el granero de Caribe, cosa que se cumple en la actualidad cuando no hay crisis alimenticia en el país, pese al grito de los productores que siempre están inconformes aún bañados en riquezas. La agricultura sostiene no solo a nueve millones de dominicanos, sino a los cuatro millones de turistas y a una buena parte de la población haitiana cercana los nueve millones de habitantes.

Con el FMI, el país garantizaría su estabilidad así como su tranquilidad, ya que con medidas de austeridad honesta y aplicable, sin las reformas fiscales que pudieran acariciar algunas autoridades. Pero esto siempre y cuando el gobierno, junto al sector privado, emprenda la acción de fortalecer la infraestructura turística de las zonas costeras, en especial las carreteras que hacen falta y los acueductos que no dan abasto, así como los sistemas de aguas negras para que no se contamine el área de uso turístico.

Es mucho lo que se puede hacer para la estabilidad del país con una sombrilla del FMI, cuidando la economía y con el apoyo de los actores nacionales responsables del milagro dominicano del siglo XXI, que tan excelente trabajo realizaron en los pasados cuatro años, recibiendo el reconocimiento de la nación, expresado de la mejor manera por la forma de cómo la mayoría votó el pasado 16 de mayo a favor del PLD.

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