La vuelta de los Súper Tucano

La vuelta de los Súper Tucano

La investigación judicial por corrupción que tiene bajo mira a la firma aeronáutica brasileña Embraer, salpica de nuevo a funcionarios dominicanos, que habrían recibido soborno como parte de los cabildeos para lograr que el Gobierno dominicano comprara a esa firma, como en efecto hizo, ocho aviones del tipo Súper Tucano. Nuevos testimonios y revelaciones desempolvan un expediente que la máxima autoridad militar dominicana minimiza, calificándolo de asunto viejo.
Desde el surgimiento de los primeros señalamientos de corrupción hasta nuestros días, las autoridades dominicanas han manejado de manera tangencial un asunto que la justicia brasileña ha ido desenmarañando poco a poco. Lo más reciente es la oferta de colaboración con las autoridades de uno de los actores en el cabildeo de la negociación de los Súper Tucano, quien asegura haber depositado parte de los pagos ilícitos.
A estas alturas, pasados tantos años de que la Justicia dominicana se sumó a esta investigación, no nos sentaría bien aparecer sin una exposición acabada de los detalles de las partes nebulosas de esa operación comercial. En organismos internacionales el país aparece con una posición nada envidiable por falta de transparencia, y el caso de los Súper Tucano es un punto de inflexión en el que debemos sacar la verdad.

Espectáculo deprimente

El cierre de las inscripciones de candidaturas -24,442 en total- con miras a las elecciones de mayo cierra un capítulo decepcionante del ejercicio político en la República Dominicana. La democracia interna de los partidos políticos exhibió en el proceso su más ruinoso desempeño, por el desconocimiento de los derechos de elección de muchos líderes comunitarios. Alianzas y concertaciones por un lado, actos de transfuguismo por el otro, y violencia con saldos trágicos se han impuesto sobre la razón.
Al cerrar este capítulo, los partidos han mostrado, sin estupor, hasta la intimidad de sus grandes debilidades como soporte de una democracia que, merced a esas debilidades, también se hace cada vez más endeble. Salvo el despliegue tecnológico exhibido en la campaña, no hay progreso que apuntar sobre este capítulo de la democracia.

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