La vuelta del caimán y la avioneta

La vuelta del caimán y la avioneta

Tuvo que caerse sobre sus montañas una avioneta con cuatro hombres a bordo y no se sabe con qué cantidad de drogas, para que la fronteriza provincia Pedernales saltara del olvido público al foco de atención nacional.

Siempre ha sido así.

Solo en tiempos de tragedia o de situaciones extrañas brotan los recuerdos sobre la existencia de esta estratégica comunidad suroestana, distante 324 kilómetros de la capital, en la misma frontera dominico-haitiana.

Fue así durante el siglo XX, por las riadas de los años cincuenta. Por los huracanes de los sesenta, como Inés; de los setenta, como David; de los noventa, como Georges.

Y hace cerca de un mes, en este siglo, debido a las inundaciones que provocaron los ciclones Hanna, Ike y Gustav.

También pasó en la década pasada con el sonado caso del excéntrico Moisés Marchena, quien llegó como forastero, con su dineral se adueñó del pueblo, fue querido hasta el delirio por algunos atraídos por él y al final, se dijo, murió en una cárcel de la provincia Santo Domingo.

Ni siquiera en esos momentos hablan de las necesidades impostergables de empleos, agua, salud, educación, viviendas y seguridad.

El Pedernales de 20 mil ó 25 habitantes es la provincia de las prioridades relegadas y el millón de promesas no denunciadas, y menos exigidas.

Y es ella, paradójicamente, la del promontorio de apologías sobre su Bahía de las Águilas de arenas blancas y quietas aguas de los manatíes; y su depresión geológica sin igual que llaman Pelempito; y de sus iguanas y cangrejos.

El sitio donde el domingo de madrugada cayó la nave cuyos viajantes murieron y luego resultaron calcinados por las llamas, no es tan impenetrable por lo escabroso del Bahoruco, como por el grave estado de las carreteras y caminos que llevan hasta su corona, que son las mismas rutas de las colonias y secciones productoras de café, vegetales, cítricos, habichuelas, yuca, bauxita y demás productos básicos.

Todas las vías que llevan a Los Arroyos, La Altagracia, Aguas Negras, Mencía, La Rosa, Las Mercedes, entre otras, quizás estén aptas para tractores, no para otros vehículos menores. Allí no cabe más abandono. Tan grande es el descuido que esos territorios casi se quedan despoblados, por suerte para narcos, contrabandistas, otros mafiosos y haitianos y haitianas que huyen a su Estado inviable y consideran aquello como un nido paradisíaco.

Igual pasa con la serpenteante carretera que comunica con Barahona. La sinrazón cobró en este lugar su mayor fuerza. El caso del cruce en “La vuelta del caimán”, en el municipio Enriquillo, es paradigmático.

A raíz del huracán Georges, el 22 de septiembre de 1998, las autoridades de Obras Públicas comenzaron a construir allí un puente que evitara el aislamiento de estas provincias, lo cual sucede con unas cuantas gotas agua lluvia y una incomodidad del mar Caribe.

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