La XXVII Bienal Nacional de Artes

La XXVII Bienal Nacional de Artes

Siempre hemos pensado que los artistas son héroes, y particularmente los dominicanos. Hoy, confirmamos esta apreciación: han tenido menos de tres meses para decidir y preparar sus obras para la Bienal Nacional, cuando lo ideal es un plazo de un año, y seis meses un tiempo razonable. Que lo hubieran podido prever y por tanto trabajar específicamente, motivados por el evento público mayor  en la plástica dominicana, es cierto, pero hasta que se anuncie, se perfila una pequeña incertidumbre que no permite la misma concentración y la concepción singular requerida. Ahora bien, nuestros héroes van a participar.

La XXVII Bienal, esperanzas renovadas. A pesar de las críticas, justificadas o no, la Bienal Nacional de Artes Visuales ha logrado sobrevivir desde el 1942, con irregularidades debidas a circunstancias graves, y, en los últimos lustros, se ha puesto un loable empeño en su celebración… bienal.  Además, debemos reconocer que siempre se ha tratado de enmendar los aspectos considerados como errores e insuficiencias,  a veces de una manera poco feliz, pero con la mejor intención y consultas.

Hoy en día, es un Comité Organizador,  compuesto por personalidades vinculadas al arte y la cultura, el que escudriña las bases anteriores, discute y modifica, un proceso muy positivo, aunque en parte responsable de la demora.

De todos modos, ha habido pocos cambios, el certamen sigue ampliamente abierto y acogedor.  Se otorgarán ocho premios igualitarios y un gran premio  “sin distinción de categorías”: ojalá las que han venido a menos, el grabado específicamente y la escultura, recuperen una posición cimera, y la pintura, la expresión fuerte por excelencia de la plástica dominicana, no baje su rango. Luego, al compás de la evolución y la tecnología, es legítimo que sobresalgan medios distintos –los nuevos “medias” según les califican–, ya pasó a la historia el retraso de medio siglo en el arte dominicano, ¡y la tradición de estética que mantiene resulta ciertamente buena!

Merecedor de elogios es el hecho de que haya un solo jurado para selección y premiación, con tres jueces – dos nacionales y uno internacional–. La dicotomía frecuente entre los responsables de la primera y la segunda fases ha causado  si no desastres, injusticias y equivocaciones cualitativas. No se trata solamente de reducir gastos, sino también de buscar un consenso y una valoración plausibles: ¡recordemos que, en las artes visuales, toda apreciación es subjetiva por naturaleza!

Homenaje a Domingo Liz.  No ha habido una dedicación de bienal más bienvenida que la presente, en homenaje a Domingo Liz.  La desaparición a destiempo –aunque el maestro estaba seriamente enfermo– de un artista excepcional, que conjugaba talentos de escultor, pintor y dibujante, que poseía una facultad teórica admirable y escribía muy bien, ha golpeado al medio del arte. El otorgamiento –más que merecido– del Premio Nacional de Artes Plásticas 2012 no nos consuela, sino que hace sentir más cruel su pérdida. Por otra parte, él fue el premiado más precoz y joven de las bienales nacionales. Dedicar la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales a Domingo Liz no significa solamente un reconocimiento, sino un compromiso: que esta edición cumpla con todos sus requisitos, que sea un éxito y que deje, en la memoria cultural, un precedente y una estela de enriquecimiento artístico.

ZOOM

Importante

Un artículo esencial de las bases: “Los artistas podrán participar en los medios de pintura, escultura, dibujo, obra gráfica, fotografía, video, cerámica, instalaciones, ‘performances’ o cualquier combinación de estos, con tema, técnicas y formatos libres (…)”. Siguen necesarias precisiones acerca de la presentación y la instrumentación de las diferentes categorías.

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