La XXX Bienal de Artes Visuales es un éxito

La XXX Bienal de Artes Visuales es un éxito

Cada Bienal Nacional tiene su singularidad, y decirlo, con convicción, se impone destacando la parte positiva, sin que ignoremos motivos de pena…. La XXX Bienal Nacional de Artes Visuales, ahora en etapa de selección y espera de premiación, confirma sus aciertos, pero el despliegue frontal de un logotipo magnífico vuelve incontenible la tristeza.

Hace falta Jorge Pineda, tan merecedor del honor y homenaje: había acogido esta dedicación –participando aun en su hermoso diseño-, consciente tal vez de que no la iba a disfrutar. Esto fue su último obsequio.

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Importantes aciertos

El primer acierto de la Trigésima Bienal fue su celebración en las fechas pautadas. No se trataba solamente de un asunto de tiempo, sino de una recuperación del orden, de la historia de las Bienales, de un compromiso siempre observado salvo circunstancias nacionales graves –fue una excepción la edición anterior con su demora de un lustro-.

Desde que finalizó la pasada Bienal, el Ministerio de Cultura inició la preparación de la próxima, concretamente, reuniendo al Comité Organizador que revisó el reglamento, trabajando con esmero y cautela.

Hay que ponderar estas consultas colectivas, frecuentes, concurridas, sinceras siempre, cuya eficiencia estuvo guiada por la dirección ejecutiva del viceministro Giovanny Cruz. Muy atento, él escuchaba observaciones y argumentos, los tenía en cuenta, y mantuvo igual entusiasmo al abrirse la XXX Bienal, volviéndose esta su segunda casa…

Otro acierto fundamental fue la promoción a escala nacional, directa y metódica, muy bien organizada, generando que se presentaran más de 700 obras. Ahora bien, ha continuado esta labor promocional. Como nunca, se hicieron entrevistas radiales y televisivas, notables videos, invitaciones a la visita, con una difusión permanente.

Museografía y selección

Son dos puntos que contrastan con la Bienal anterior, cuya excesiva cantidad de admisiones no había hecho posible un montaje claro ni atractivo.

La selección ha sido ahora drástica, y el jurado, con dos miembros nacionales y uno extranjero, descartó casi un ochenta por ciento de las obras inscritas.

La preocupación por la museografía, verdadero estudio y realización “in situ”, con la colaboración de un especialista externo, culminó en éxito: montaje espaciado que “respira”, disposición bien lograda de las diferentes categorías, hasta muros pintados especialmente. Obviamente, ha sido una labor increíble durante semanas, y observamos cuán complacido se sentía el público.

Desde el sótano hasta la tercera planta, una afluencia ha respondido…. Fueron incontables millares de visitantes, constituyendo la Feria del Libro un incentivo innegable.

A nosotros, personalmente, nos resultó muy grata la selección, y, gran diferencia con la Bienal anterior, son realmente muy pocas las admisiones “fuera de lugar”.

Dejaremos adrede una apreciación por nombres y por obras, escribiendo después de la Premiación. Nos limitamos ahora a una valoración general, aunque, como todo visitante, tenemos nuestras preferencias… Por cierto, ya se puede votar a nivel del Premio del Público.

Una impresión de belleza

Más que fuerza, atrevi miento y compromiso temático, la XXX Bienal Nacional comunica una impresión de equilibrio y belleza, donde el uso óptimo de los materiales y la técnica de ejecución –hasta perfeccionista- sobresalen, más allá de una opción, como exigencia para la selección.

Artistas emergentes y aun desconocidos son una mayoría -característica de las bienales nacionales donde no suelen prevalecer la señoría y la consagración-. La joven generación encuentra así una oportunidad de “lanzarse” al futuro y demostrar su competencia en una expresión contemporánea, que, aquí, seduce más que intranquiliza…

Se satirizan la banalidad y la sociedad de consumo, menos se denuncian la perturbación y la degradación reinantes. El panfleto no se plantea, y sin duda alguna, la calidad estética, el acabado, hasta el “ready made” prevalecen.

Entre las categorías, la pintura domina por la cantidad de obras– aunque se supone una eliminación masiva-, y el dibujo mantiene un lugar correcto. La instalación, muy presente y cómodamente instalada, reina, como suele suceder, en detrimento de la escultura y la cerámica. La obra gráfica apenas mantiene su existencia, mientras ha sorprendido la discreción numérica de la fotografía, igualmente la del video. Felizmente, no están los medios puramente digitales.

Una sección de la tercera planta presenta premios de pasadas Bienales, donde la genialidad cabe al lado del conformismo.

¡La multitud enamorada de la XXX Bienal la visitará varias veces!