Labor de un centro cardiovascular

Labor de un centro cardiovascular

En 1974 la Clínica Chan Aquino introdujo la cirugía de corazón abierto en República Dominicana, pero desde 1967 realizaba cirugías a corazón cerrado.

Desde entonces ha mantenido en su Instituto del Corazón un programa quirúrgico a favor de los niños sin recursos económicos, quienes son referidos por el Departamento de Cardiología del Hospital de niños Dr. Robert Reid Cabral y otros centros médicos.

Los altos costos que conllevan estas cirugías son cubiertos con una pequeña subvención que provee el Gobierno dominicano y el fundamental apoyo de la Clínica Chan Aquino.

Se han realizado miles de operaciones que incluyen los más complicados procedimientos a corazón abierto, como teatralogía de Fallot (corrección total y paliativa), comunicación ventrículo auricular, doble cámara de salida de ventrículo derecho, conexión anómala de venas pulmonares, estenosos e insuficiencias valvulares con reparación o reemplazo. Entre las cirugías a corazón cerrado, la persistencia del conducto arterioso, coartación y aneurismas de la aorta.

El programa comenzó el 27 de febrero de 1967, cuando fue operada la niña Raisa Lis, de cinco años, manteniéndose el servicio desde entonces.

Conviene destacar que la cantidad de niños que nacen con enfermedades del corazón sobrepasa con mucho a la cifra de los que se operan. En ese sentido, es muy loable que grupos humanitarios extranjeros vengan cada año y traten gratuitamente a un número de casos de nuestros niños enfermos del corazón. Pero, estos casos, sumados a los que se operan en el país, no bastan para satisfacer, ni mínimamente siquiera, las necesidades de esa muchedumbre de niños, particularmente los que requieren de una pronta intervención.

La niña Casandra Almonte fue remitida por el Hospital Dr. Marcelino Vélez Santana el día 9 y operada el 14 de este mes. Pero no siempre la condición económica permite actuar con tal prestancia y un alto porcentaje muere en desconsolada y angustiosa espera.

Es penoso que los casos que se atienden vayan en disminución, mientras el número de estos pequeños enfermitos va en aumento. Es necesario que el país cuente, cuando menos, con un centro nacional dedicado al cuidado permanente de estos pequeños pacientes, sin desmedro de esa valiosa colabroración que prestan los grupos extranjeros que anualmente nos visitan.

El Instituto del Corazón continuará su tarea humanitaria a favor de nuestros infantes desvalidos, a pesar de la precariedad económica, altamente agravada como consecuencia de la inflación que padece el país y la poca disponibilidad de recursos con que contamos.

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