Laicidad, sociedad y valores

Laicidad, sociedad y valores

El País, Entrevista al Señor José Antonio Flaquer López en su Oficina en Gazcue. Hoy, Eddy Gómez, 12-4-16

Ninguna institución humana puede subsistir sin un código de valores

Toda sociedad humana tiene un código de ética aunque no lo sepa. En el año 2007, el capo de la mafia siciliana Salvatore Lo Picolo fue arrestado y encontrado con unos documentos que fueron designados los «Diez Mandamientos» de la mafia. En ellos se establecía un código de conducta bajo el escueto título de «Derechos y Deberes», que contenía la «normativa ética» esperada de los miembros de esa organización, y que si eran transgredidos se cobraba de manera violenta.

Ninguna institución humana, desde el Estado, la familia, hasta las corporaciones comerciales, puede subsistir sin un código de valores. Es la plataforma que sostiene y orienta la misión y visión de dicha sociedad, los tratos en ella, la fuente de su sistema de justicia y legislaciones, y lo que revela a la vez la identidad de esta.

Con el tema del Estado laico hay una tremenda confusión en el ambiente nacional, en donde variopintos y contrapuestos argumentos son emitidos sobre este tema. En muchos de los casos la confusión sobre lo que significa un Estado laico es notoria. Uno de los argumentos absurdos es que un Estado laico no puede dar espacio ni promover la religión como un bien social; se le quiere marginar al gettho de cada hogar.

Según algunos la evolución social ha hecho al hombre tan avanzado, que los conceptos que aporta la religión son anacrónicos, peligrosos y contraproducentes para el supuesto nivel de «civilización» y conocimiento en el que nos encontramos. Para estos es un intento escapista y dañino para un ser cuya única o más relevante dimensión, según ellos, es material.

Pero la realidad es que el hombre es también un ente espiritual, moral, emocional y además afectado por el pecado.

El estado laico no ideologizado (contrario al laicismo) ha reconocido siempre la necesidad de dar a los hombres de su sociedad las herramientas para lidiar con los códigos éticos para la convivencia social, y atender a esa dimensión espiritual del ser humano; además, la condición del hombre caído demanda un arbitraje social que lo establecen los valores, que luego son expresados en las leyes que se derivan estos valores.

En Occidente la fuente de mayor aporte de valores ha sido el cristianismo, el cual ha provisto a este de su identidad moral, hasta ahora fundamentalmente cristiana.

La sabiduría y autoridad de las Sagradas Escrituras la colocaron históricamente por gravedad como fuente de sabiduría incuestionable y como referente moral; ella es la revelación de la verdad divina para responder las grandes preguntas existenciales, para restaurar la relación entre Dios y el hombre, para conocer sobre el Ser y el carácter de Dios, y aún para principios prácticos de vida; y así ha sido valorada por siglos.

Recientemente ha surgido una corriente minoritaria pero muy poderosa , que quiere erradicar esta cantera de inspiración espiritual y de valores, para proponer un nuevo orden moral que surge de la imaginación de un reducido número de personas. Se pretende construir una utopía humanista sin los valores cristianos, que a la postre terminaría siendo un cambio de valores por otras propuestas de valores más instintivos y animales que surgen de los deseos y apetitos más rudimentarios del hombre.

La pretensión de los laicistas de este tiempo es que erradiquemos la influencia del cristianismo, para que la sustituyamos por la del globalismo retroprogresista. Estos parten de presupuestos materialistas y se quieren imponer arbitrariamente con la ayuda de poderes supranacionales, exaltando el individualismo a ultranza, el relativismo (o la muerte de toda verdad absoluta), el hedonismo sin fronteras, un concepto de tolerancia que se entiende como la imposibilidad de tener una opinión propia si en alguna forma afecta subjetivamente a otros etc etc…

La pobreza moral, el absurdo irracional, la incoherencia, contradicción y superficialidad de esos valores del retroprogresismo de la nueva moral, serán los elementos que podrían terminar de desguazar la cohesión que durante años ha dado el cristianismo a occidente a la construcción social y familiar, a las leyes, y a una convivencia armónica y respetuosa.

¿Entonces cuál es el problema con los valores cristianos?, que la medición ética del cristianismo informa al pueblo cuando alguien ha perdido la razón y esta en un estado de locura; y no hay mayor ofensa para un loco que el que alguien le informe que lo es; y ya estamos en el tiempo donde la locura es elogiada y no permite cuestionamientos.

Argumentar que un Estado laico no puede promover la religión como bien social es absurdo

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