LÁMPARAS ARAÑA Lujo y tradición

LÁMPARAS ARAÑA Lujo y tradición

Durante el reinado del minimalismo, las lámparas araña fueron ampliamente relegadas; sin embargo, hoy día se están empleando con frecuencia en la decoración de todo tipo de ambientes.

Y es que la fusión de estilos que prima en la actualidad mezcla piezas ultraclásicas con elementos contemporáneos, y este estilo de lámpara ha ido recuperando espacios en los techos de los hogares más “estilosos”.

Este modelo de iluminación, como toda moda que vuelve, nunca lo hace como en el pasado, por eso ya no se llevan esos ambientes súper lujosos estilo palacete donde estas lámparas encontraban su hábitat natural. Hoy día las lámparas araña se reinterpretan en un estilo más moderno o bien se utilizan las mismas lámparas clásicas de entonces, pero en ambientes modernos o clásicos renovados.

Origen. Su majestuosidad, que tiene su origen en aquellas de maderas cruzadas con velas en sus extremos que eran tendencia allá por el año 1600, llegó a su auge con la introducción del cristal y el metal, consolidándose como símbolo de elegancia y poder a lo largo de los cuatro siglos siguientes.

Sin embargo, aunque muchos las puedan ver como sinónimo de decoración de otra época, lo cierto es que, poco a poco y con paso firme, se está regresando a las lámparas araña.

Quienes caen rendidos a sus pies no solo la escogen por su elegancia y baños de nostalgia, también lo hacen porque solo ellas pueden esparcir la luz por una habitación como lo hacen. Y es que al estar suspendidas desde el techo, la luz de las lámparas araña no queda absorbida por el techo, sino que se multiplica por todo el espacio.

La mejor ubicación. Como toda lámpara colgante, su ubicación natural es sobre la mesa de comedor, donde suele lucir más que en ningún sitio, pero cuando es grande o alargada queda muy bien también para decorar salas o zonas de estar en espacios con techos altos. Son, en cambio, menos adecuadas en edificaciones pequeñas o con techos bajos, pues estas lámparas se conciben para lucirlas, y en espacios pequeños “se comen” el interior.

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