Lancetilla, joya vehetal de Honduras

Lancetilla, joya vehetal de Honduras

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El dicho “no hay mal que por bien no venga” le viene estupendo a uno de los lugares más hermosos de la floresta de Honduras, que nació a raíz de una enfermedad que ataca al banano: la sigatoka.

Un frondoso arco de bambú le da sombra al tramo carretero que conduce al visitante al Jardín Botánico de Lancetilla, uno de los parques ecológicos más hermosos de Honduras.

La reserva biológica de Lancetilla, cuyo nombre fue tomado de una variedad de palmera que abunda en el parque, aporta el 60 por ciento del agua potable que consume la ciudad de Tela.

La belleza natural del parque comienza desde que se cruza una caseta de acceso al público por una carretera de tierra, en un ambiente de diversos cantos de pájaros, entre los que se impone el de decenas de oropéndolas que llegan a sus nidos, colgados en la copa de un árbol delgado y alto.

Los nidos cuelgan a semejanza de los adornos de un árbol de navidad, mientras que a unos pocos metros más adelante se localizan unas pequeñas “lagunas de las ninfas”, con flores blancas y rosadas con sus pétalos abiertos y un fondo que parece una hermosa alfombra verde de hojas anchas.

La gestación del parque comienza hacia 1925, cuando la plaga de sigatoka afectaba los cultivos de banano que ya tenía la multinacional United Fruit Company en Centroamérica, por lo que la compañía envió a un equipo de científicos a la región para que buscaran un sitio para instalar una estación experimental.

“Después de recorrer Centroamérica el lugar que encontraron con mejores posibilidades agroecológicas fue el valle de Lancetilla y, para 1927, ya se contaba con el primer inventario de plantas”, relató a Efe el director del Jardín Botánico, Ciro Navarro.

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El retiro de la United

Corría el año 1965 y, por muchas razones, en la región la United Fruit Company, cuya subsidiaria en Honduras era la Tela Railroad Company, comenzó a buscar instituciones para que administraran el Jardín Botánico, lo que llamó la atención de varias universidades del exterior, entre ellas la de Harvard, Estados Unidos.

Lamentablemente a estas instituciones no se les pudo garantizar el derecho a la propiedad porque el área donde está ubicada Lancetilla se manejó por concesiones que duraban 25 años con la compañía bananera y, la última concesión, venció en 1963, recordó Navarro.

De hecho, al retirarse la bananera de Lancetilla el jardín estuvo abandonado hasta 1974, cuando pasó a manos del Gobierno.

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