La fábrica será construida en el condado de Somerset, al suroeste de Inglaterra, y dará trabajo a 4 000 personas. La nueva «gigaplanta», con una capacidad de 40 gigavatios hora, será «una de las más grandes de Europa», de acuerdo con un comunicado.
La oenegé ecologista Greenpeace saludó «un momento importante para la industria del automóvil en el Reino Unido» aunque pidió al gobierno que «mantenga su loable objetivo de abandonar los vehículos de gasolina y diésel a partir de 2030, y firme las regulaciones para ello».
Según el centro universitario británico Faraday, especializado en la electrificación del país, para 2030 se necesitará «un suministro de aproximadamente 100 Gigavatios hora en el Reino Unido para satisfacer la demanda de baterías» para vehículos, es decir, el «equivalente a 5 gigafábricas, cada una operando con una capacidad de 20 Gigavatios hora por año».
Esta decisión es importante para el gobierno británico por dos razones: primeramente, facilitará una transición necesaria para reducir los vehículos de gasolina y de gas, y así aumentar el uso de los eléctricos, ya que supone una fuerte inversión en infraestructuras. La segunda razón es política, pues el gobierno inglés renovó su confianza con el grupo Tata, que era una de las empresas que más estaba invirtiendo en el Reino Unido en el sector automotriz antes del Brexit. Además, antes de este anuncio, Tata había mostrado intenciones de construir esta fábrica en España.
El primer ministro británico Rishi Sunak se ha congratulado por la decisión y ha dicho que no sólo va permitir crear miles de puestos de trabajo, sino liderar a nivel mundial la transición eléctrica del sector automotriz. Sunak y el primer ministro indio Chandra Shekhar, mantuvieron reuniones durante los últimos meses para cerrar el trato.