Larimar y una constante fatal

Larimar y una constante fatal

Hay una constante fatal: desde la conquista española, hemos sido seguros, eficientes y confiables suplidores de materia prima y compradores de esa misma materia prima convertida en producto industrial, artesanal. Nos pagan a precio vil y les compramos a precio de oro. Lo grave es que esa conducta se repite, se repite, se repite…
No sé cuántos comerciantes de El Seibo, Hato Mayor, Higüey se enriquecieron, en la década de 1940, comprando oro de Miches, que se extraía de manera artesanal y clandestina.
Recuerdo los afanes de dos personas con relación al oro de Cotuí: Juan Bosch y Claudio Stefan, ambos abogaban por la explotación industrial, artística y de orfebrería para ese mineral.
Bosch abogaba por la creación de una industria de la orfebrería que exportara nuestro oro con un valor agregado importante.
Claudio Stefan anduvo la ceca y la meca con modelos de láminas de oro conmemorativas del Quinto Centenario del Descubrimiento. No soy capaz de imaginar cuántos burócratas comepupú se reirían de esa propuesta que contribuiría a enriquecer el país.
Ni a Bosch ni a Claudio se les prestó la debida atención y seguimos exportando oro en bruto.
Zamora, España. Octubre 1996. En el parque de la ciudad se celebra una Feria del Libro con participación de expositores y vendedores de distintos países. Los ecuatorianos nos distinguieron por el habla, conocían a los dominicanos porque esas mismas personas habían vendido sus productos en la calle El Conde.
Veo en el suelo una oferta de venta de larimar. Se lo comento a mi Miriam. Admiramos la calidad de la orfebrería. La oferta tiene un letrero según el cual la piedra proviene del mar Negro. Somos el país donde operaba el ingenio Río Haina, el más grande del mundo, según la propaganda trujillista. Por eso no me extrañó que también existiera larimar en otro país.
La Piedra Nacional es un tipo de pectolita que contiene silicatos y carbonatos La industria, la orfebrería del larimar debe ser protegida y defendida porque hay toda una cadena de empleos creados por la piedra desde su minado, hasta la fabricación de hermosas piezas de adorno y de excelentes creaciones para el lucimiento y realce de la belleza femenina, pero he ahí que vuelve la actitud absurda: exportar la materia prima y desperdiciar esta nueva oportunidad de desarrollar la pequeña industria y de crear nadie sabe cuántos cientos o miles de empleos.
Resulta penoso, porque no hay una palabra más gráfica, para calificar una actitud que se ha convertido en una constante fatal que permite el estancamiento de nuestro desarrollo y el aumento de la dependencia que nos afecta desde siempre. Realmente, no hay derecho a que insistamos en una política que nos lleva a seguir comiendo excrementos.

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