Las “naciones”

Las “naciones”

Una de las herencias culturales de los juegos de video se está convirtiendo en un formidable problema social. Estos juegos crearon a “las naciones” con las que se pretende enseñar – con un evidente buen propósito — a organizar un país o una ciudad, a administrar sus recursos naturales y humanos, y hacer uso racional y eficiente de la tecnología.

La parte tenebrosa es que las guerras a muerte, la extinción de sociedades mal administradas y la desaparición de “las naciones” que pierden es la meta del juego.

El buen objetivo de enseñar a crear organización y generar y administrar riquezas ha sido torcido y estas enseñanzas se utilizan para organizar las “gangas” o bandas de “las naciones” que se han convertido en una plaga social que destruye y roba propiedades, familias y vidas.

Lo que la sociedad no parece percibir es el costo social que se acumula con la acción de estos grupos. Están trabajando estas gangas con niños, los adultos del futuro, y por tanto los delincuentes depurados del mañana. El costo que acumula la acción de estas gangas, en consecuencia, tiene una proyección geométrica en el campo social, especialmente porque son involucrados, además de los niños, ya no tan solo adolescentes, también las niñas, que serán las madres futuras.

Muchos padres alegan, luego que sus hijos caen en manos de las autoridades, que desconocían que eran miembros de estas bandas y hasta los consideran víctimas.

Se podría señalar que es una irresponsabilidad de los padres dejar a sus hijos acercarse a semejantes monstruos, capaces de distorsionarles la mente y llevarlos a cometer crímenes que han horrorizado a la ciudadanía. Pero esto sería, además de muy drástico, muy injusto.

Si bien es cierto que hay muchos padres irresponsables, no es menos cierto que las víctimas de estos grupos de delincuentes son escogidos y muchos son parte de familias cuyos padres están muy ocupados o salen del hogar por muchas horas para poder tener ingresos suficientes para mantenerlos. Son padres responsables, pero sin el tiempo suficiente para controlar las acciones de sus hijos.

Por otro lado, las bandas juveniles no son cosa nueva. En cierta forma han existido siempre en nuestro medio y han tenido un creciente desarrollo con el aumento de la población de las ciudades. Lo que es nuevo es la forma sistemática como se organizan, la depuración de sus técnicas y la enorme influencia que acumulan en los barrios más densamente poblados y más pobres de las ciudades.

Y el temor de todos, en las zonas de dominio de “las naciones”, es que donde funcionan estas bandas siempre se las vincula a alguna autoridad o se acusa a agentes policiales de hacerse de la vista gorda frente a sus acciones.

Se han metido en las escuelas armados, han asesinado a niños al entrar y al salir de clases, amenazan a los maestros y religiosos en escuelas e iglesias, violan y matan, y hasta tienen ritos de sangre que en algunos casos han sido señalados como “satánicos”.

Las acciones de estos grupos se hacen cada vez más descaradas y cada vez más abiertas y al descubierto, a la vista de todos, lo que hace pensar a las víctimas que tienen impunidad y, por tanto, no temen a las sanciones.

Como bien han señalado los cientistas sociales, es un problema de múltiples soluciones. Si bien es imprescindible la acción de las autoridades y la sanción del delito, también es necesaria la recuperación de la autoridad y el amparo de las familias a estos niños, para evitar que caigan bajo el dominio de las gangas.

Hay algo que es evidente en todo esto. No se pude dejar que siga creciendo el problema. Es necesario que la sociedad comience a buscar una solución y evitar la ‘extinción’, como ocurre en el juego de video.

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