Las aceras deben ser seguras, libres y limpias

Las aceras deben ser seguras, libres y limpias

Hay que haber andado a pie para poder valorar lo que significa caminar las calles de la capital y de otras ciudades, donde la densidad poblacional ha transformado la fisonomía de lo que fueron antes ciudades amigables y digna de vivir en ellas.
Lo primero es que no hay reglas claras en el ordenamiento urbano, los espacios destinados a las aceras, que se supone son para que las personas puedan transitar libremente, son caprichosamente ocupadas por todo el que necesita el pedazo de suelo, sin tomar en cuenta que están violando un derecho.
Varias son las formas que han tomado los violadores del derecho al libre tránsito para justificar el uso de las aceras: el dueño del establecimiento de la esquina construye al ras del contén, una construcción asume que en la acera es que debe colocar los insumos o materiales de construcción, un establecimiento que recibe mucho público las utiliza como parqueos, como no hay consecuencias, cualquiera que quiera instalar un pequeño negocio se coloca en la acera y peor es cuando las convierten fácilmente en basurero en cualquier lugar.
La obstrucción de las aceras obliga al peatón a exponer su vida por tener que caminar en la calle, en un momento en que las mismas resultan pequeñas para la cantidad de vehículos que transitan.
Conozco el caso de una señora que fue a recoger su nieto al colegio y como las aceras estaban todas ocupadas, ella debió caminar por la calle donde fue atropellada por un vehículo y perdió la vida.
El caso de doña Estela, así se llamaba, me hizo pensar en que entre las urgencias del gobierno está la de regularizar el uso de las aceras ya que son las calles de los de a pie, que siguen siendo la mayoría de las personas de este país, pese a que el parque vehicular que en el 2012 era de más de tres millones de vehículos incluyendo los motores.
En cuatro años esta suma ha crecido, no tenemos el dato, pero por los tapones de la capital suponemos que puede llegar cerca de un 25 por ciento su incremento.
Esto vuelve peligrosa la vida en las ciudades, porque no todos tienen para comprar un carro o un motor, lo que indica además que la mayoría de las personas son peatones.
Por respeto a los de a pie, hay que liberar las aceras.

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